San Francisco visto con los ojos de una historiadora musulmana

Entrevista a la profesora Neslihan Senocak

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FAMAGOSTA, República de Chipre del Norte, viernes, 15 junio 2007 (ZENIT.org).- La figura y la fe de San Francisco han atraído tanto a la profesora musulmana Neslihan Senocak que la han impulsado a desarrollar una profundización sobre la historia medieval de la Orden franciscana.

Docente asociada de Historia del Departamento de Historia de la Universidad Mediterránea Oriental de Chipre del Norte, la profesora Senocak afirma, en esta entrevista concedida a Zenit, que San Francisco, además de ser un «fuerte reclamo» para toda época y religión, es también «uno de los ejemplos más emblemáticos de anticonformismo».

Neslihan Senocak obtuvo el doctorado en Historia en la Universidad Bilkent de Turquía, en 2002, con una tesis sobre las relaciones de la Orden franciscana y el mundo intelectual de la época medieval.

Sus escritos sobre las bibliotecas medievales franciscanas han sido publicados en el «Journal of Religious History» y en «Scriptorium». Actualmente está terminando la primera redacción de su libro «The Rise of Learning in the Franciscan Order, 1210-1310» (El Auge del Aprendizaje en la Orden Franciscana), que será publicado por Ashgate.

Mientras se encontraba en Roma le ha sido concedida una beca por la Fundación vaticana «Nostra Aetate» para proseguir sus estudios en la Universidad Pontificia «Antonianum».

–¿Qué le atrae, como estudiosa musulmana, de la figura de San Francisco?

–Senocak: Soy historiadora y mi interés por San Francisco se refiere a la historia de la Orden franciscana, cuyos numerosos miembros mostraron una fuerte pasión por la cultura y la investigación a pesar de la orientación inicial de Francisco hacia la sencillez y la humildad.
San Francisco es una figura muy importante en la historia y en la literatura de la Edad Media, pero es también un «clásico», en el sentido de que su historia ha ejercido y siempre ejercerá un fuerte reclamo sobre las personas de toda época y de toda religión.

Como hijo de comerciantes, que voluntariamente se hizo mendicante, es uno de los ejemplos más emblemáticos del anticonformismo.

Me atrajo la historia de la Orden franciscana porque es la historia de la transformación de una vida de devoción, determinación y piedad, en un gigantesco movimiento internacional con miles de adeptos.

Es una parte de la historia en la que hay mucho que aprender. Los ideales, políticos o religiosos, no se traducen concretamente en movimientos de masa que pierdan mucho –quizá demasiado- de su fervor.

–¿Por qué precisamente San Francisco?

–Senocak: Personalmente admiro a San Francisco y sus principios, y creo que cualquiera, de cualquier religión, puede encontrar en la vida y los dichos de Francisco una gran riqueza interior. Su concentración en la humildad como virtud principal, propedéutica a toda otra virtud, merece una atención especial, en un mundo en el que se está constantemente urgidos a desarrollar la propia autoestima y el propio orgullo. Francisco tenía razón. Así muchas acciones que para los laicos son inmorales y para los religiosos pecado radican en una opinión excesivamente alta de sí mismos. Y, ciertamente, en un mundo que tiene entre los mayores valores el de tener una casa bonita y el último modelo de coche, la pobreza de Francisco constituye un mundo alternativo, un pilar al que poderse agarrar.

–¿Qué lección podemos extraer hoy del diálogo entre Islam y Cristianismo de la época medieval?

–Senocak: Dentro de lo que podemos considerar la obra literaria más grande jamás producida, la «Divina Comedia» de Dante Alighieri, vemos con sorpresa a tres musulmanes representados en el Limbo: Saladino, Avicena y Averroes.

En la teología cristiana, el Limbo es el lugar que alberga a los no cristianos que no se han manchado de pecado, como los profetas del Antiguo Testamento, muchos de los cuales son considerados santos también en el Islam, y los niños no bautizados.

Dante por su cuenta sitúa en el Limbo a los grandes poetas romanos y los filósofos griegos como Aristóteles y Platón.

A pesar de su hostilidad de principio hacia el Islam, sitúa allí también a Avicena y Averroes, dos grandes estudiosos musulmanes y comentaristas de Aristóteles.

Todavía de modo más sorprendente Dante coloca allí incluso a Saladino, que combatió contra los cruzados, para recuperar Jerusalén, en realidad el hombre que mató a los soldados cristianos en peregrinación con la bendición papal.

Y sin embargo, Dante considera a estos tres hombres sin pecado. Es un mensaje muy fuerte. Sólo la posición religiosa de una persona no es algo que pueda definir su valor. Esto era reconocido también en la Edad Media, cuando la religión desempeñaba un papel bastante más significativo en la vida y en la opinión de las personas que hoy.

Si debe haber un diálogo entre cristianos y musulmanes, no veo por qué esto deba ser diverso respecto a cualquier otro diálogo u otra amistad de nuestra vida.

La fe no confiere a la persona que cree un valor intrínseco. Lo que importa es cómo esta aprende de esa fe a convertirse en un ser humano mejor.

La dificultad estriba en tener la honestidad de admitir que no existe un consenso universal sobre lo que constituye a una persona buena, ni siquiera entre los mismos cristianos o musulmanes.

Quizá hay mayor semejanza entre un pío fraile franciscano y un pío sufí musulmán, que entre un pío fraile franciscano y un mundano arzobispo, o entre un sufí y un mulá.

–¿Qué apreció más durante su estancia de investigación en Roma?

–Senocak: Aprecié mucho la aportación ofrecida por «Nostra Aetate». Se trata de una beca especial para los no cristianos dedicados a cualquier estudio relativo al cristianismo.
Este tipo de iniciativas son esenciales para la consolidación de un diálogo, porque es imposible para dos comunidades establecer una relación si estas no se conocen recíprocamente, o peor todavía si tienen prejuicios negativos la una hacia la otra.

También aprecié mucho la cálida acogida de los frailes franciscanos del Ateneo Pontificio «Antonianum». Me ayudaron mucho todas las personas del Ateneo a llevar adelante mis estudios, hasta el punto de me siento en deuda con ellos por su amistad y su apoyo.

–¿Ve algún cambio en Turquía tras la visita del Papa?

–Senocak: No creo que la visita del Papa a Turquía pretendiera cambiar algo. Turquía cuenta con un recorrido relativamente bueno en las relaciones entre musulmanes y cristianos, y fue el primer país de mayoría musulmana que firmó un tratado de diálogo con el Vaticano.

En todo caso, a mí me ha parecido que la visita del Papa a Turquía se ha centrado más en las relaciones entre el Vaticano y la Iglesia greco-ortodoxa, que en las relaciones con los musulmanes turcos.

–Los recientes atentados contra cristianos en Turquía han agravado la situación…

–Senocak: No lograremos nunca evitar que los seres humanos maten a otros seres humanos. Y la historia es testigo de ello. Siempre habrá alguien con tendencia a la destrucción respecto a sí o a los otros –ya sea que se le llame enfermedad mental o espíritu maligno- que antes o después encontrará la excusa para cometer acciones violentas.

Lo que podemos hacer, quizá, es proponer argumentaciones sólidas para hacer que el asesinato en nombre de la religión llegue a ser un absurdo.

Es un gran desafío. Hablando con los teólogos y los filósofos se pueden encontrar fácilmente en el Corán muchos pasajes de los que se deduce que el Cristianismo es considerado por el Islam como una religión santa y que a los que pertenecen a él no se les debe perseguir de ningún modo.

Pero ¿cómo explicar esto al hombre de la calle, cuya
s opiniones están condicionadas por elementos económicos y sociales como el nivel de pobreza o el conflicto urbano-rural?

Lamentablemente, en Turquía, la brecha entre la población urbana que se identifica con el Estado laico de Ataturk y la población de origen rural (tanto la que vive en el campo como la que se ha trasladado a los centros urbanos) que se identifica en una política islámica, aumenta cada día.

Los ataques contra los cristianos forman parte de los ataques contra la laicidad de Turquía.

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ZENIT Staff

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