La Iglesia en Papúa-Nueva Guinea busca profesores de seminario

Hace un llamamiento para pedir formadores para su clero joven

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ROMA, 16 enero 2001 (ZENIT.org).- La Iglesia de Papúa-Nueva Guinea tiene los seminarios llenos pero le faltan profesores para formar a sus candidatos al sacerdocio.

Para sensibilizar a las Iglesias de Europa sobre las necesidades de esa joven comunidad católica, el padre Giorgio Bonazzoli, misionero del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME), profesor de teología en el Seminario de Rabaul, se encuentra en estos días en Roma, desde donde lanza esta petición de ayuda.

El Seminario en el que desempeña su función sacerdotal y pedagógica es uno de los tres que existen en Papúa-Nueva Guinea, que ocupa la parte oriental de la gran isla de Nueva Guinea al norte de Australia, y otros archipiélagos e islas, con una extensión de medio millón de kilómetros cuadrados, en donde viven 4 millones de habitantes de los que 1,3 millones son católicos, con un total de 18 diócesis.

«Los primeros cuatros años –relata el misionero– he dado clases de Escritura (porque no había nadie más) y ahora enseño Dogmática. Nuestro seminario es joven y no tiene suficientes profesores. El arzobispo me ha dado carta blanca para buscar profesores en Europa. Los necesitamos urgentemente».

El padre Bonazzoli, antes de llegar a este país, había trabajado durante veinte años en India, el diálogo con los hindúes en Benarés (Varanasi), donde estudió en la «Sanskrit University» y trabajó para preparar una edición crítica de los textos sagrados del hinduismo en sánscrito. Ha sido profesor de la Universidad Católica de Milán (1988-1992) y, desde hace ocho años, da
clases en el Seminario de Rabaul.

El seminario de Rabaul (Isla de Nueva Bretaña) cubre las necesidades de cinco diócesis, con los cursos de Filosofía y Teología que duran seis años (en Papúa-Nueva Guinea, el año escolar va de febrero a diciembre), con entre 60 y 70 alumnos, que no viven juntos, sino divididos en unidades de
10-11 alumnos, con un formador.

El padre Bonazzoli explica que «se trata de mantener la estructura de la aldea, donde hay ancianos y jóvenes. Los miembros de cada unidad, no son del mismo curso, sino elegidos de cada curso, con un cierto sentido de la jerarquía. Los mayores guían, dan ejemplo e incluso el tono espiritual, toman decisiones. Luego están los ministros de la oración, el trabajo, juegos, cocina, limpiezas… Cada unidad consta de dos casitas: en cada una hay doce habitaciones para los alumnos. En la otra, vive el formador y están los servicios comunes: capilla, cocina, comedor, sala de lectura y de juegos. Los mismos alumnos cocinan y, cuando van a clase, a mediodía, viene un cocinero. Salen para dar catequesis y cultivan su propio huerto. A veces van a vender los productos al mercado para ganarse algún dinero».

Estos jóvenes llegan al Seminario Mayor en torno a los 20 años y les quedan seis de estudio antes de llegar a ser diáconos y uno más de trabajo en una parroquia para llegar a ser sacerdotes. En el campo pastoral, son muy entregados y eficaces pero su fe cristiana permanece todavía niña.

«Estamos aún –explica el padre Bonazzoli– en la primera o segunda generación que estudia. En muchas ocasiones, los fieles de las parroquias podrían ser considerados «cristianos animistas», muchos creen en los espíritus buenos y malos, de la pesca, del mar, del bosque, de los antepasados, de los animales, etc. Su mentalidad está todavía dividida entre los espíritus y el Dios de la Biblia». De ahí la necesidad de enviar formadores para que se formen bien los sacerdotes que les atenderán.

«La enseñanza de la Teología se da, no sin problemas, en inglés –añade–. Sobre todo, hacen falta profesores que no piensen venir a dar una clase magistral, sino que sepan comunicar poco a poco la ciencia teológica y bíblica. Es una misión importante, incluso para preparar a los futuros obispos del país. Hasta ahora tenemos cinco de un total de 18, con algún auxiliar local. Harían falta más, pero no están preparados. Faltan profesores», explica el misionero del PIME.

El padre Bonazzoli no renuncia a hacer un llamamiento a los profesores de Teología europeos que sepan hablar inglés (o, si no, el PIME se ofrece a mandarles a una casa suya en Estados Unidos para aprenderlo) para que empleen algún año de su vida en la educación del clero de Papúa-Nueva Guinea.

Para más información, se puede contactar directamente con el padre Bonazzoli por correo electrónico: giorgiopime@hotmail.com.

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ZENIT Staff

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