Sin embargo, el acoso y las amenazas no parecen mellar su fidelidad y ardor misionero.
Los días del obispo comienzan a las 7:00 de la mañana cuando –siempre acompañado de su escolta– se dirige a la Curia donde trabaja toda la mañana en una oficina alejada del despacho.
En la tarde se reúne en la Pastoral Social y visita parroquias de Ocaña. En la noche celebra la Eucaristía en la Catedral y luego regresa a su hogar.
Cotidianamente, antes de concluir la eucaristía, monseñor Lozano pide públicamente orar porque «la terquedad de la guerrilla no ponga al país en situaciones más difíciles».