CIUDAD DEL VATICANO, 2 febrero 2001 (ZENIT.org).- La música sagrada puede ser un instrumento para que los cristianos avancen hacia la unidad plena. Lo constató el pasado 27 de enero Juan Pablo II al encontrarse con los participantes en el Congreso Internacional de Música Sacra, organizado en el Vaticano.
Este encuentro, organizado por el Consejo Pontificio para la Cultura, el Instituto Pontificio de Música Sacra y el Teatro de la Opera de Roma, reunió a compositores músicos, especialistas en liturgia y canto sagrado de todo el mundo.
En su intervención, el Papa saludó particularmente a los representantes del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, del Patriarcado de la Iglesia ortodoxa rusa y de la federación luterana mundial, cuya presencia –añadió textualmente el Papa– «es un llamamiento para poner en común nuestros tesoros musicales, que nos permiten avanzar en el camino de la unidad a través de la oración, que encuentra una de sus más bellas expresiones en nuestros patrimonios culturales y espirituales».
Entre los presentes se encontraban también presentes representantes de la comunidad judía quienes aportaron su experiencia específica a los especialistas de la música sagrada cristiana.