CIUDAD DEL VATICANO, 4 febrero 2001 (ZENIT.org).- Después de una larga y cansada visita a una parroquia de Roma, Juan Pablo II demostró estar en buena forma al bromear con las condiciones climatológicas en su saludo a los peregrinos congregados este mediodía en la plaza de San Pedro.
Roma está viviendo uno de los inviernos más templados de los últimos años (de hecho, hasta hace algunas semanas todavía quedaban mosquitos en el aire). En los últimos días, sin embargo, ha hecho acto de presencia la lluvia, complicando el tráfico y la vida de los romanos.
Pero al pontífice polaco, acostumbrado al frío, la llegada de temperaturas algo más bajas y de la lluvia parece sentarle bien. Por eso, antes de despedirse de los numerosos fieles que habían desafiado el mal tiempo para rezar con él, como todos los domingos, la oración mariana del «Angelus», añadió mirando al cielo: «Gracias por la lluvia, hacía falta».
Y tras sonreír unos momentos, se retiró de la ventana de su estudio desde el que había pronunciado su saludo.
Cuando está en forma, Juan Pablo II suele bromear frecuentemente con la meteorología. Algo que suele ser facilitado por las circunstancias, pues sus actos públicos, en su gran mayoría al aire libre, exponen con frecuencia a los peregrinos al sol aplastante o a la lluvia torrencial.
El obispo de Roma daba así muestras de buen humor después de haber pasado una intensa mañana pastoral, en la que abandonó el Vaticano para visitar una parroquia de su diócesis, pasando un buen rato con los niños y los jóvenes.