MOSCU, 4 feb 2001 (ZENIT.org).- El controvertido control legal de los grupos religiosos en Rusia se convirtió en el tema de una mesa redonda que se celebró en Moscú el 1 de febrero, según informa «Radio Free Europe/Radio Liberty».
Los participantes criticaron no sólo los límites que se imponen a estos grupos para ser incluidos en el registro de organizaciones religiosas «legalizadas», sino también el espíritu general de una ley que establece el papel predominante de la Iglesia ortodoxa en la vida espiritual de Rusia.
El plazo para el registro de grupos religiosos en Rusia, establecido en 1997, ha expirado, dejando a muchos grupos religiosos fuera del reconocimiento social necesario para desarrollar sus actividades.
El defensor del pueblo en materia de derechos humanos, Oleg Mironov, dijo que en torno a un 30% de organizaciones religiosas –unos 4.500 grupos– no se habían registrado en el Ministerio de Justicia antes del plazo del 31 de diciembre pasado, mientras que el ministro de Justicia declaró que estos sólo eran el 10%.
Según la ley de 1997 sobre «libertad de conciencia y uniones religiosas», una organización religiosa que no está registrada experimenta trabas legales para la libertad de movimiento de sus pastores (negación de visas, etc.), y carece de personalidad jurídica para editar publicaciones, o realizar otro tipo de iniciativas.
Para poder ser registrada, una asociación religiosa debe demostrar que está presente en Rusia desde hace quince años, algo muy difícil en algunos casos, a causa del sistema ateo aplicado en la Unión Soviética. La ley da preferencia y privilegios a las religiones consideradas tradicionales en tiempos del comunismo, en primer lugar a la Iglesia ortodoxa, algo que fue denunciado en el congreso por Lev Levinson, miembro de la Comisión presidencial de Derechos Humanos.
Con esta medida, Rusia se quería defender también del asalto de algunos grupos fundamentalistas que se han comenzado a hacer presentes en el territorio nacional tras la caída del comunismo y como fruto del vacío de valores en que está atrapada la población.
Los Testigos de Jehová, por ejemplo, han sido rechazados por un gobernador de distrito de Moscú por negarse a someterse a transfusiones de sangre. En otras regiones del país, sin embargo, han sido reconocidos.
El defensor del pueblo Mironov reveló que escribió una carta al presidente Vladimir Putin, en noviembre, pidiéndole que proponga una enmienda a la ley que amplíe el plazo del registro al año 2003, y que limpie el texto legal de medidas discriminatorias.
Ahora bien un representante de Mironov, Alexey Lebedev, explicó que la petición no obtuvo una respuesta positiva: «En la respuesta, se nos dijo que si el plazo del registro había expirado ¿por qué volver de nuevo sobre el tema? De manera que ahora estamos en una posición extraña desde un punto de vista legal, donde la ley es válida pero contradice por muchas razones los acuerdos y obligacioines internacionales, y la misma Constitución rusa».
Mironov esperaba también conseguir prolongar el plazo de registro en una reunión que mantuvo el 2 de febrero con el portavoz de la Duma Genady Seleznyov, pero hasta ahora no ha trascendido el resultado del encuentro.