Comparado con el récord de ventas durante la Guerra Fría, 92.500 millones
de dólares en 1987, el total de ventas ha caído significativamente. Aunque
el comercio internacional de armas bajó el año pasado, el gasto militar
total permaneció estable. Según el informe, en 1999 no menos de 809.000
millones se dedicaron al sector militar, casi la misma cantidad del año
precedente. Con todo, los gastos militares también cayeron de su pico en la
Guerra Fría de 1,36 billones de dólares en 1987. La reducción de 4.600
millones en las ventas de armas, en 1999, se debe enteramente al recorte de
las compras en un total de 4.700 millones por parte de Arabia Saudita.
El informe, titulado «Balance Militar 2000-2001», señala cuentas de compras
de armas de sólo entre el 20 o el 30% del gasto militar de los países con
grandes presupuestos en armamento. La mayor porción de la tarta del
presupuesto militar en estos países se destina a operaciones, mantenimiento
y personal.
Los países de Oriente Medio siguen siendo los mayores compradores de armas,
con Arabia Saudita que gastó 6.100 millones de dólares en 1999. En Asia,
los envíos a Taiwan sumaron los 2.600 millones de dólares.
El 85% de las exportaciones de armas procedían del grupo de países conocido
como G-7. El índice de ventas de Estados Unidos, en 1999, fue de un 49,1%
del mercado mundial de armas, según el informe, mientras que Gran Bretaña
fue la segunda con un 18,7% del mercado. El tercer lugar lo ocupa Francia,
con un 12,4%, tras haber duplicado su propia cuota de mercado del 6% debido
al recorte de los precios. Rusia, el cuarto mayor exportador, elevó su
cuota al 6,6% desde el 4,6% del año anterior.
Entre los países occidentales, la compra de armas norteamericanas se
incrementó en un 6,5% desde 1995. Sin embargo, las compras para defensa, en
los países europeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN), han caído en un 2,2%, en términos reales. El gasto total de
defensa, por parte de los países europeos de la OTAN, ha seguido su
tendencia a la baja, disminuyendo en un 5% hasta alcanzar los 147.000
millones de dólares constantes en 1999.
Aumentan las ventas rusas
La tendencia creciente de las exportaciones rusas, señalada en 1999, se ha
mantenido el año siguiente. Según la BBC (7 febrero), el comercio de
exportación de armas rusas alcanzó en 2000 el máximo de los últimos 10
años, con ventas que se acercan a los 4.000 millones de dólares. Un
funcionario del comercio de armas, Viktor Komardin, dijo que ha firmado un
contrato para vender cinco helicópteros Ka-31, de detección de radar de
largo alcance, a las Fuerzas Aéreas Indias por un importe de 100 millones
de dólares. También dijo que es posible que se firme un nuevo contrato de
mil millones de dólares con India para la compra de tanques T-90S y otras
armas por parte del principal exportador de armas estatal, Rosoboronexport,
en el primer trimestre de este año.
Los funcionarios de defensa rusos dijeron que su objetivo es vender 6.000
millones de dólares en armas al año, menos de un tercio de los 20.000
millones que exportaba la Unión Soviética en los años 80. China e India
fueron los clientes principales de los rusos en los años 90, con un gasto
de más de mil millones de dólares cada uno, pero Rusia mira a Irán como
otro mercado prometedor, a pesar de la desaprobación estadounidense.
Rusia dijo a Estados Unidos, a finales de noviembre, que estaba finalizando
su compromiso de no vender armas convencionales durante cinco años a Irán.
La estimación del valor potencial de las nuevas ventas de armas a los
persas podría oscilar de mil millones a 7.000 millones de dólares.
Preocupación por la venta de armas
Aunque la venta de armas a países occidentales ha disminuido, la
preocupación ética permanece. Un aspecto nada tranquilizador es que casi el
60% de las ventas en 1999 fueron realizadas a países en vías de desarrollo
que, en muchos casos, están luchando para poder pagar programas de
educación y de salud. Aunque países ricos y pobres gastan, de media,
aproximadamente la misma cuota del Producto Nacional Bruto, 2,6%, el gasto
militar en relación a los ingresos gubernamentales en el tercer mundo es
del 13%, mientras que en los países desarrollados es del 9%.
Al mismo tiempo, el tercer mundo ha incrementado su cuota, dentro del gasto
mundial militar, del 7% en 1961 a casi el 25% en 1995. De hecho, de 1991 a
1998, aproximadamente tres cuartas partes de todas las ventas de armas
internacionales, que excedían de los 250.000 millones, fueron exportadas a
países en vías de desarrollo.
Aparte de las cuestiones económicas, otra fuente de malestar es que muchas
armas van a países cuyos gobiernos no respetan los derechos humanos
básicos. Este es el caso del 40% de las exportaciones españolas de armas,
que, según denunciaba el diario español El Mundo (25 enero), se venden a
países cuyos gobiernos violan los derechos humanos o están implicados en
conflictos internos. Países como Arabia Saudita, Emiratos Arabes, Pakistán,
Indonesia y Turquía están entre los clientes de España. De otros
compradores, como Bulgaria y Burkina Faso, se sospecha que revenden armas a
movimientos guerrilleros o a países sometidos a embargo internacional.
En Inglaterra, se han oído muchas protestas relacionadas con la falta de
controles sobre el comercio internacional de armas. Según el «Telegraph»
(23 enero), el compromiso pre-electoral del Gobierno laborista de legislar
para controlar las exportaciones de armas, sigue siendo «una promesa
incumplida», según reconocía Kim Howells, ministro de Comercio e Industria.
La admisión del ministro siguió a las críticas por no haber introducido la
ley realizadas por Lord Justice Scott, quien presidió la comisión de
investigación sobre el escándalo de las armas enviadas a Irak. Han pasado
casi cinco años desde que el informe Scott recomendara cambios en las leyes
de exportación de armas, algunas de las cuales datan de 1939, y protegen
los contratos de venta de armas del examen parlamentario.
Un artículo en el número de enero de «The World Today», publicado por el
«Royal Institute of International Affairs», acusaba a Inglaterra de haber
vendido armas que «han servido más para la coerción, la represión y la
agresión que para la propia defensa». De hecho, el artículo indicaba que,
en 1982, Argentina desplegó armas británicas en la Guerra de las Malvinas y
que, en 1991, el suministro de maquinaria de empresas británicas ayudó a
fabricar munición a Irak. La publicación también acusaba al Gobierno
británico de haber cambiado sus críticas a la ocupación indonesia de Timor
Este con el fin de seguir vendiendo armas.
Principios éticos
En 1994, el Pontificio Consejo Justicia y Paz publicó una documento sobre
el tema, bajo el título «El comercio internacional de armas: una reflexión
ética». Indica que, aunque se admite el derecho a la legítima defensa por
medios armados, a la vez debe ir acompañado por el deber de reducir al
mínimo las causas de la violencia.
Por otra parte, cada Estado puede poseer sólo aquellos medios necesarios
para asegurar su legítima defensa y, por lo tanto, la acumulación excesiva
de armas, o su transferencia indiscriminada, no es justificable.
La responsabilidad alcanza a los países importadores y a los exportadores.
Los primeros deberían evaluar cuidadosamente las razones por las que desean
adquirir armas. En este sentido, indica el documento, se debe evitar la
introducción de nuevas armas en una región en la que puedan desenc
adenar
una escalada armamentística. Los segundos deberían evaluar los pedidos
considerando si la transferencia de algunas armas excede las necesidades
legítimas de los posibles compradores.
El Consejo Justicia y Paz indicaba que las armas nunca pueden ser tratadas
como otros bienes comerciales por su estrecha relación con la violencia. En
este sentido, la ley del beneficio no puede ser el principio supremo y las
ventas deberían estar sujetas a estrictos controles.
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