MOSCU, 21 feb (ZENIT.org).- La visita que Juan Pablo II realizará en junio está impulsando un movimiento de reconciliación entre las Iglesias ortodoxas divididas por cismas para presentarse como interlocutores con una sola voz en el diálogo con Roma.
En este contexto, delegaciones del Patriarcado ecuménico de Constantinopla y del Patriarcado de Moscú y de todas las Rusias se encontraron en Berlín el pasado 19 de febrero para dialogar sobre la situación de la Iglesia en Estonia y Lituania, según informaba ayer un comunicado de la Iglesia ortodoxa rusa.
La reunión trata de poner fin a una gravísima crisis en el seno de las Iglesias ortodoxas. Desde hace algo más de cuatro años la relación entre los patriarcas de Moscú y de Constantinopla está en crisis, especialmente a causa de la situación de Estonia. La Iglesia en ese país, tras el final de la caída del régimen comunista, ha querido separarse de Moscú, como reacción a todo contacto con la antigua Rusia a la que fue anexionado.
La situación se hizo candente cuando el Patriarcado ecuménico de Constantinopla no sólo apoyó la separación, sino que propuso adoptarla bajo su jurisdicción. Esta adopción por parte del patriarca Bartolomé fue criticada ásperamente por Alejo II, quien se negó a pronunciar su nombre en la liturgia, según impone el rito ortodoxo (el patriarca de Constantinopla es el «primus inter pares» en la ortodoxia. Un gesto de rebelión así no ha tenido precedentes en toda la historia.
De este modo la Iglesia ortodoxia en Estonia se encuentra ahora dividida entre las corrientes que se sienten cercanas a Moscú y las que han querido dirigirse a Constantinopla.
La situación es particularmente delicada si se tiene en cuenta además que el patriarca Alejo II nació precisamente en Estonia, en 1929, en el seno de una familia de lejano origen alemán que huyó de San Petersburgo durante la revolución bolchevique.
A los 16 años Alejo vivió la anexión de los países bálticos a la URSS, aunque su familia no sufrió la deportación. En 1947, ingresó en el seminario ortodoxo de Leningrado (San Petersburgo) y en 1961 fue nombrado obispo de Tallin, en Estonia. Tras haber sido nombrado metropolitano de Leningrado, en 1990, fue elegido patriarca de Moscú, a la muerte del predecesor Pimen.
En las conversaciones que se acaban de celebrar en Berlín, tomaron parte en representación de la Iglesia ortodoxa rusa, el metropolitano Kiril de Smolensko y Kaliningrado, presidente del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú, y el arcipreste Nikolay Balashov, secretario ejecutivo del DECR (organismo para las relaciones interortodoxas), así como instituciones de la Iglesia Ortodoxa rusa fuera del país.
Por parte del Patriarcado de Constantinopla, estaban el metropolitano John de Pergamon y el metropolitano Meliton de Filadelfia, secretario general del Santo Sínodo de la Iglesia ortodoxa de Constantinopla.
Los participantes en las conversaciones hicieron un llamamiento a los jerarcas de las dos jurisdicciones ortodoxas en Estonia para que lleguen a un acuerdo que detenga las disputas sobre las respectivas propiedades.
Gracias este acuerdo, cada estructura eclesial tendrá derecho de propiedad sobre aquellas posesiones eclesiales que está usando en la actualidad. Las delegaciones aprobaron el texto del acuerdo y coincidieron en someterlo a los Santos Sínodos de ambos Patriarcados. Así mismo acordaron seguir sus consultas sobre la situación eclesial en Ucrania y debatieron posibilidades de actuación conjunta con el objetivo de llegar a la unidad entre los creyentes ortodoxos y superar los cismas existentes.
Las delegaciones intercambiaron opiniones sobre el modo de superar el cisma existente en Macedonia y dialogaron sobre otros asuntos de interés mutuo.