Habla el primer cardenal de la historia de Honduras

El desafío de Latinoamérica: globalizar la solidaridad

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ROMA, 23 feb 2001 (ZENIT.org).- Ante los desafíos que plantea la globalización, especialmente a América Latina, la respuesta de la Iglesia debe ser «globalizar la solidaridad». Quien así responde es el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa y primer cardenal en la historia de este pequeño país centroamericano.

Tiene 58 años, es salesiano, con una sólida formación teológica y en ciencias humanas, personalidad poliédrica, amante de la música clásica. Está al frente de la Iglesia en un país de algo más de 6 millones de habitantes, en los que 5.675.000 están bautizados.

Su nombramiento ha sido una de las grandes sorpresas del consistorio del 21 de febrero, pues es uno de los poquísimos arzobispos escogidos por el Papa cuya sede no es tradicionalmente cardenalicia. «Es como si Brasil hubiera ganado el mundial de fútbol –explica–. Honduras ha sentido que los ojos del Papa se han fijado en nuestra tierra». De hecho, el Congreso de su país le ha nombrado por este motivo «Hijo predilecto». Las fiestas populares por su nombramiento han durado todo un mes.

La conversación comienza con el llamamiento que hizo ayer el Papa a los cardenales para que ayuden al Sucesor de Pedro, sobre todo en la promoción de la unidad de la Iglesia, rota por cismas que han tenido lugar sobre todo durante el último milenio.

«Durante todo el Jubileo, el Papa ha subrayado este aspecto, poniendo de relieve la idea de la unidad –explica–. Como arzobispo de Tegucigalpa, he abierto las puertas a los hermanos separados, dialogando con los episcopalianos, con los ortodoxos, con una pequeña comunidad judía. Sólo las sectas me han respondido que el diálogo es peligroso».

–Juan Pablo II en la «Novo Millennio Ineunte» lanza de nuevo con fuerza el tema de la comunión. En la homilía que ayer pronunció, durante la primera eucaristía que celebró con ustedes, como cardenales, no habló de otra cosa. Usted, ¿qué opina?

–Cardenal Rodríguez Maradiaga: Pienso que comunión y colegialidad son la fuerza de la Iglesia. Los
Sínodos han sido y son muy importantes, también por este aspecto, para superar los límites geográficos de las diócesis y ejercer la corresponsabilidad eclesial sobre una región, sobre un continente. Desde este punto de vista, es importante relanzar el papel de los laicos, como hace también el Papa en la carta del final del jubileo.

–Una Iglesia unida, ¿puede responder mejor al desafío de la globalización económica?

–Cardenal Rodríguez Maradiaga: Sí, sin olvidar que la globalización del proyecto inicial del Señor se llama catolicidad. Que es más que la presencia de la Iglesia en todos los continentes y se refiere justamente a la universalidad con vistas a la comunión.

–¿Cómo se experimentan los efectos de la globalización se notan en Honduras?

–Cardenal Rodríguez Maradiaga: Los países de Centroamérica son seis enanos ante un mundo gigantesco. Como cardenal, creo que podré servir allí promoviendo la integración de los países de América Central, porque en conjunto, los seis países tienen 50 millones de personas y podemos construir en común un futuro mejor.

–La anulación de la deuda externa de Latinoamérica podría consentir una recuperación económica definitiva?

–Cardenal Rodríguez Maradiaga:Un tercio de nuestro Producto Interior Bruto se destina a lo que, eufemísticamente, se define como «servicio a la deuda». Honduras, como otros países del continente, no ha sido sofocado por la deuda externa sino por los intereses que se han acumulado con los años. La esperanza es que la sensibilización que ha traído el Jubileo pueda crear una conciencia colectiva propicia e impulse a los países acreedores a interrumpir este doloroso círculo vicioso.

–¿Las dificultades económicas de Latinoamérica debilitan sus democracias?

–Cardenal Rodríguez Maradiaga: Las democracias del continente son débiles porque existe una corrupción generalizada. A menudo las elecciones presidenciales representan un negocio en el que los candidatos, apoyados por grupos de presión de diverso tipo invierten con el objetivo de enriquecerse, una vez alcanzado el más alto cargo del Estado. No pienso, sin embargo, que el problema sea de carácter sólo económico. La más grave plaga de América Latina es la falta de educación, de valores éticos y morales. Este es también el origen de la subcultura de la violencia que ha invadido toda la región.

–La Iglesia ha criticado aspectos negativos de la globalización. Pero ¿cómo puede ayudar a que cambien las cosas?

–Cardenal Rodríguez Maradiaga: No debemos sólo denunciar sino también anunciar. La respuesta cristiana es, como ha dicho el Papa: globalizar la solidaridad. Nuestras culturas no son solidarias. El individualismo capitalista, con la tentación del «sálvese quien pueda», es justamente lo contrario de la solidaridad. Todos podemos hacer algo. Nosotros, el 21 de enero, organizamos una colecta especial en favor de los damnificados del terremoto de El Salvador y, en la historia de la arquidiócesis, no ha habido nunca recogida de fondos tan alta. Este es el anuncio: ¡la solidaridad!

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ZENIT Staff

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