NUEVA YORK, 14 septiembre 2001 (ZENIT.org).- Apenas se supo la noticia del ataque terrorista a Estados Unidos, el pasado 11 de septiembre, y ya sin previo acuerdo comenzaron a afluir a la zona del desastre sacerdotes, religiosas, médicos, enfermeros, voluntarios.
Los obispos católicos del país respondieron inmediatamente con llamamiento a evitar la tentación del odio y, convocando eucaristías y encuentros de oración. Numerosas personas de manera pacífica y espontánea encendieron lamparillas, llevaron flores, y rezaron ante las embajadas estadounidenses de todo el mundo.
Toda la comunidad de franciscanos de Nueva York, unos sesenta frailes, se lanzaron a la calle para ofrecer ayuda espiritual y material a los heridos. Uno de ellos, el padre Michael F. Judge, murió al llegar a las Torres Gemelas nada más producirse el mismo atentado (Zenit 13 de septiembre de 2001). Lo mismo hicieron otras congregaciones religiosas.
Los cristianos de todas las confesiones y creyentes de otras religiones se unieron en oración. Las motivaciones de la plegaria que se han enumerado han sido: por la paz, por la sabiduría de los gobernantes en el momento en que tienen que tomar graves decisiones, por las víctimas y sus familias, por quienes sufrirán las consecuencias en su trabajo, por quienes siembran la violencia y para que no se responda a la violencia con más violencia.
El presidente Bush declaró la fecha de hoy 14 de septiembre como Día nacional de oración y conmemoración por las víctimas del atentado. La fecha coincide con la celebración católica de la Exaltación de la Cruz, detalle que han señalado los obispos estadounidenses en sus convocatorias de oración
«La escritura dice: «Bienaventurados los que lloran porque serán consolados» –recordó este jueves George W. Bush–. Convoco a cada familia americana y a la familia de América a observar un día nacional de oración y conmemoración, para honrar la memoria de los miles de víctimas de estos brutales atentados y para consolar a quienes perdieron a sus seres queridos».
«Encontraremos salud y reparo y frente a todo este infierno permaneceremos fuertes y unidos «una nación bajo la protección de Dios»», añadió.
Iglesias, templos, sinagogas y mezquitas de Estados Unidos marcaron este día con servicios de oración a mediodía, toques de campana cada hora y velas nocturnas con candelas.
Los obispos estadounidenses, en su invitación a la oración recordaron que este viernes, 14 de septiembre, la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz y al día siguiente a la Virgen Dolorosa, y concluían invitando a los fieles «a renovar su fe en Dios y a rechazar los frutos amargos del odio, que es la fuente de esta tragedia».
La movilización ha involucrado a todos los creyentes, incluidos los musulmanes. Uno de los primeros llamamientos a la colaboración, poco después del atentado, provenía del doctor Shahid
Athar, presidente de la Asociación Médica Islámica de Norteamérica.
El médico hizo un llamamiento a los médicos musulmanes para que se ofrezcan a ayudar, recoger sangre, asistir social y psicológicamente a las familias de las víctimas. Asimismo les pidió que denuncien todos los actos de terrorismo, defiendan la santidad de la vida humana y recen por las vidas inocentes perdidas, por los heridos y sus familias.
Al intuir que el atentado podía suscitar una reacción contra la comunidad musulmana, el médico invitó también a denunciar cualquier incidente en este sentido y a protegerse. Una predicción que se ha revelado acertada en pocos y esporádicos episodios, muy inferiores a los que se podía temer.