NUEVA YORK, 17 septiembre 2001 (ZENIT.org).- Los bomberos de Nueva York despidieron el pasado sábado a su «querido capellán», el padre franciscano Mychal Judge, que estaba entre los primeros bomberos que murieron el 11 de septiembre, ofreciendo los sacramentos a los moribundos del atentado a las Torres Gemelas del WTC.
Mientras tanto, las iglesias y otros centros de plegaria de las diversas religiones permanecen abiertos en Estados Unidos las 24 horas del día y organizan celebraciones de oración por las víctimas de la tragedia.
El cardenal de Nueva York Edward Egan presidió el funeral del padre Judge, ante una multitud, en lágrimas, al que asistió, con otros políticos locales, la familia Clinton. Entre las dos mil personas que se calcula asistieron, estaban varios centenares de bomberos de Nueva York y fieles de la parroquia de San Francisco de Asís, la comunidad franciscana en la que vivia el padre Judge.
El capellán de 68 años, conocido por los bomberos como padre Mike, murió por los cascotes que le cayeron encima, cuando estaba administrando la extremaunción a un bombero herido.
Judge, de origen irlandés, que se crió en Brooklyn y ejerció como limpiabotas cuando era adolescente. Trabajó como párroco en diversas iglesias de Nueva Jersey. Pero pasó los últimos diez años de su vida como capellán del cuerpo de bomberos, cuya sede está enfrente de la parroquia de San Francisco de Asís.
«Siempre estaba con nosotros -dice un bombero secándose las lágrimas con los guantes–. Nos animaba. Algunas veces por la noche podíamos ver una luz en su ventana y el miraba fuera y nos saludaba».
Otro de los funerales señalados fue el de la periodista Barbara Olson que logró llamar con su teléfono móvil a su marido, Edward, abogado general de los Estados Unidos, desde el vuelo desviado que se estrelló en Pennsylvania, para informarle de lo que sucedía y pedir que avisara a las autoridades.
El padre Franklyn McAfee, párroco de la Iglesia de Santa Catalina de Siena, celebró el funeral por Barbara Olson el sábado en la catedral de Santo Tomás Moro de Arlington, Virginia. Fue transmitido en su totalidad por Fox News Channel, y en parte por la CNN.
«Yo no puedo explicar la locura que tuvo lugar el martes. Porque lo que yo vi con mis propios ojos es el rostro del mal –explicó el sacerdote en la homilía–. Y el mal no puede ser explicado lógicamente porque, quienes de vosotros conocen la filosofía de Santo Tomás saben que el mal es la nada».
«Un terrorista no nace –añadió–. Los terroristas se hacen con cada decisión consciente que toman en la vida, de odiar, escoger la muerte en lugar de la vida».
El celebrante recordó que, sin embargo, la vida ha prevalecido sobre la muerte. Señaló que la reacción inmediata de los estadounidenses no fue salir a la calle a pedir la muerte de los terroristas sino salir a buscar los centros donde donar sangre, donde algunos esperaron siete horas.
El sacerdote citó las palabras del Papa Pío XII, quien durante la Segunda Guerra Mundial afirmó: «El futuro pertenece a aquellos que aman, no a aquellos que odian».
«Barbara Olson –concluyó–, llena de vida, sonriente, amante, era lo opuesto a los poderes oscuros que se llevaron su vida. Pero su mala acción ha sido en vano. Somos pueblo de vida. Y ningún terrorista, por muy poderoso que sea puede cancelar esto. Como dijo Juan Pablo II: «Cuando Dios da la vida, la da para siempre». Creemos que Barbara Olson está viva nos sólo en nuestros corazones y en nuestras memorias, sino actualmente viva, llena de conciencia. Ahora».