EREVAN, 26 septiembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II rindió en la mañana de este miércoles un conmovido homenaje al millón y medio de armenios asesinados a inicios del siglo XX para que el mundo no vuelva a conocer «aberraciones tan inhumanas».
«Escucha, Señor, el lamento que se eleva desde este lugar, la invocación de los muertos desde los abismos del «Metz Yeghérn»», fueron las palabras con las que comenzó la oración del pontífice en el Memorial de Tzitzernakaberd, en presencia del patriarca apostólico armenio Karekin II.
«Metz Yeghérn» quiere decir, en armenio, «gran crimen» o «gran maldad». Es el término con el que durante más de 75 años los armenios han denominado al «genocidio» de su pueblo que tuvo lugar entre 1915 y 1923 bajo el imperio otomano.
El Gobierno de Turquía, sin embargo, no lo considera un «genocidio», habla más bien de muertes provocadas «normales operaciones de guerra».
«Profundamente turbados por la terrible violencia infligida al pueblo armenio –continuó diciendo el Papa en su oración–, nos preguntamos horrorizados cómo el mundo puede conocer todavía hoy aberraciones tan inhumanas».
«Pero renovando nuestra esperanza en tu promesa, Señor, imploramos descanso para los difuntos en la paz sin fin, Y la curación, mediante la potencia de tu amor, de heridas todavía abiertas», concluyó.
La ceremonia tenía lugar en la capital armenia a la sombra del Monte Ararat, donde la Biblia sitúa el final de la travesía del Arca de Noé. Con sus 5.400 metros de altura constituye el símbolo de la identidad del pueblo armenio, a pesar de ahora esta en territorio turco.
Sacerdotes armenios con capuchas negras típicas de la Iglesia armenia se reunieron en torno a la llama perenne que recuerda a las víctimas inocentes. Un coro entonaba durante la oración cantos desgarradores con tonos diferentes a los de las tradiciones cristianas occidental y oriental.
Durante la oración, Juan Pablo II recordó que en 1915 su predecesor, el Papa Benedicto XV hizo un valiente llamamiento al sultán otomano en defensa «del pueblo armenio gravemente afligido, conducido al umbral de la aniquilación».
Un Avemaría estremeció a todos los presentes, entonada por el gran cantante Charles Aznavour, de origen armenio.
Juan Pablo II plantó un árbol en el jardín del Memorial. Crecerá junto a otros árboles de personalidades de todo el mundo que hasta aquí han venido para que el mundo no olvide esta tragedia.
Antes de llegar al monumento, el Santo Padre cumplió con una visita de cortesía al presidente Robert Kotcharian en el palacio presidencial. Tras el encuentro privado con el jefe de Estado, acompañado por el patriarca apostólico Karekin II, saludó a los principales colaboradores de Kotcharian.
Tzitzernagaberd es un complejo arquitectónico realizado en 1967. Comprende un museo en el que se encuentran entre otras fotos de las víctimas y se cuentan las atrocidades cometidas por los turcos y un monumento en el que arde permanentemente una llama, que está rodeada de doce pilares y un obelisco.
El monumento es circular y los doce pilares simbolizan las provincias de las que provenían los asesinados. También consta de dos agujas unidas que representan el cielo, símbolo del renacimiento de Armenia.
En su financiación participaron armenios de la diáspora, entre ellos argentinos. En Argentina viven 200.000 armenios de los cuatro millones de compatriotas que se encuentra fuera de este país nación milenaria, la primera de la historia que adoptó el cristianismo como religión oficial.