CIUDAD DEL VATICANO, 13 septiembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II espera que la «inmensa tragedia» que vive Estados Unidos en este momento sirva para despertar la conciencia del mundo y dar lugar a una «nueva era de cooperación internacional».

El pontífice confesó en voz alta este deseo al recibir este jueves, en la residencia pontificia de Castel Gandolfo, al nuevo embajador de los Estados Unidos ante la Santa Sede, James Nicholson, durante la ceremonia de entrega de las cartas credenciales.

«Rezo para que este acto inhumano despierte en los corazones de todos los pueblos del mundo el propósito firme de rechazar los caminos de la violencia --aseguró el obispo de Roma--, de combatir el odio y la división en la familia humana, y de trabajar por la llegada de una nueva era de cooperación internacional inspirada en los más elevados ideales de solidaridad, justicia y paz».

Trágica coincidencia
El encuentro había sido programado desde hacía varias semanas, sin embargo se celebró dos días después de los trágicos atentados de Nueva York y Washington, ante los que el Papa manifestó su «profunda participación» en el drama que hoy vive Estados Unidos.

Al mismo tiempo, aseguró sus oraciones para todo el pueblo estadounidense, en especial para las víctimas, sus familiares, los socorristas, y los gobernantes.

El nuevo embajador norteamericano ante el Vaticano, nacido en 1938, llegó a Castel Gandolfo acompañado por su esposa, Suzanne y por uno de sus tres hijos. Es un importante exponente del Partido Republicano, en el que en 1997 llegó a ser presidente del Comité Nacional (RNC). Es, además, Caballero del Soberano Orden Militar de Malta.

En su encuentro, Juan Pablo II expresó su convicción de que el liderazgo moral de Estados Unidos en el mundo depende «de su fidelidad a sus principios fundacionales»

«Para afrontar los desafíos del futuro --consideró el Papa--, Estados Unidos está llamado a valorar y vivir los valores más profundos de su herencia nacional: la solidaridad; la cooperación entre los pueblos; el respeto por los derechos humanos; la justicia que es condición indispensable para una auténtica libertad y una paz duradera»

Revolución de las oportunidades para todos
El pontífice subrayó, a continuación, la necesidad de una lucha común contra «los enemigos tradicionales de la humanidad: la pobreza, las enfermedades, la violencia» y puso de relieve «los urgentes temas éticos de la división entre quienes se benefician de la globalización de la economía mundial y quienes están excluidos de estos beneficios».

Por este motivo, hizo un llamado a promover «nuevas y creativas respuestas por parte de toda la comunidad internacional».

A la «revolución de la libertad», aseguró el Papa Wojtyla, tiene que acompañarle la «revolución de las oportunidades» para «todos los miembros de la familia humana de modo que puedan gozar de una existencia digna y compartir los beneficios de un auténtico desarrollo global».

El conflicto en Oriente Medio
En este contexto el pontífice mencionó «la trágica violencia que sigue afligiendo a Oriente Medio, que pone en serio peligro el proceso de paz que comenzó en Madrid».

«Gracias, en parte, al compromiso de Estados Unidos --constató--, el proceso hizo surgir la esperanza en todos aquellos que miran a Tierra Santa como un lugar único de encuentro y de oración entre los pueblos».

De este modo, el Papa concluyó alentando a Estados Unidos «a promover un diálogo realista que permita a las partes involucradas alcanzar seguridad, justicia y paz, en el pleno respeto de los derechos humanos y del derecho internacional».