La Iglesia católica, ¿tiene que ceder más poder a los laicos?

Habla Guzmán Carriquiry, subsecretario del Consejo para los Laicos

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BARCELONA, 26 febrero 2002 (ZENIT.org).- Treinta años trabajando en la Santa Sede han permitido a este uruguayo, doctor en Derecho y Ciencias Sociales, conocer a fondo el proceso de participación de los laicos en la Iglesia católica. Guzmán Carriquiry estuvo en Barcelona para ofrecer en el Centre d´Estudis Pastorals una sesión de formación sobre el apostolado seglar asociado.

Ofrecemos por su interés la entrevista que concedió este domingo al diario La Vanguardia.

–Como laico, ¿se siente rara avis en la Curia romana?

–Guzmán Carriquiry: Aun siendo notable la presencia de laicos en la Santa Sede, es obvio que uno vive en un ambiente muy clerical. No se imagina las veces que cojo el teléfono y me llaman monseñor. Yo no me ofendo; eso sí, aviso que tengo cuatro hijos y no son hijos naturales.

–La Iglesia católica, ¿tiene que ceder más poder a los laicos?

–Guzmán Carriquiry: Si uno recapitula el siglo XX eclesial advertimos que estamos viviendo una época extraordinaria de participación de los laicos en la Iglesia. Imaginar esta participación como una especie de conquista de funciones en una lucha por la redistribución del poder eclesiástico empobrece a la Iglesia. Hay laicos que viven como una obsesión la tendencia a esta pugna, a conquistar espacios. A mí no me interesa ocupar el lugar de los pastores; donde tengo que dar testimonio cristiano es en las decisiones que tomo en la relación con mi mujer y mis hijos, en mi ejercicio profesional y en mis responsabilidades sociales. Es un repliegue eclesiástico que los laicos tiendan a asimilarse a los presbíteros y a desarrollar tareas que les corresponden a éstos. Un mundo eclesiástico rarificado de pugnas y tensiones no construye la comunidad.

–Una mayor presencia de laicos en la Iglesia, ¿no la acercaría a la realidad social?

–Guzmán Carriquiry: Lo fundamental es que los cristianos estén dando testimonio de su fe en todos los ambientes de la vida ciudadana, siendo solidarios y manifestándose con el servicio de la caridad. Esa es la forma en que la Iglesia se hace presente en la realidad.

–¿Cuál es el reto al que se enfrenta en estos momentos el laicado?

–Guzmán Carriquiry: El hecho de que sólo un cinco por ciento de los bautizados participe en el mínimo del precepto dominical es un índice ilustrativo. Alguien decía que el laicado, ese 98 por ciento de los bautizados, es en cierta medida un gigante dormido. Es decir, hay posibilidades enormes de trabajo educativo, catequético, evangelizador, para que muchos más bautizados participen en la Iglesia respondiendo a la vocación impresa en el bautismo. Ahí está el desafío. Por otra parte, los laicos cada vez más asumen responsabilidades que en el pasado estaban más concentradas en la figura del sacerdote.

–¿Por la falta de vocaciones?

–Guzmán Carriquiry: Puede ser que ocasionalmente los sacerdotes escasos, saturados de tareas, vean a los laicos como colaboradores para tantas necesidades pastorales y es bueno que así sea, pero es una visión un tanto limitada de las cosas. En algunos países las vocaciones manifiestan fuertes signos de crecimiento y no por eso mengua sino que se fortalece la participación del laicado.

–¿A qué atribuye la actual proliferación de movimientos seglares?

–Guzmán Carriquiry: Mientras que otras formas asociativas seglares, como partidos políticos o sindicatos, ven disminuir la participación, en la Iglesia hay una gran emergencia de comunidades laicales. Quizá porque ante la indiferencia e instrumentalización que dominan hoy las relaciones humanas, necesitamos ser acogidos en el amor, y eso se encuentra en una Iglesia que da una dimensión existencial a la vida y se preocupa por las necesidades del hombre.

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ZENIT Staff

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