El fundador de la Institución Teresiana, antes de descubrir la urgencia de la presencia de los seglares en los puestos educativos del Estado, cuando la cuestión educativa era candente en la España de principios del siglo XX, siendo seminarista en Guadix y luego recién ordenado, inició una obra de asistencia social con los hijos de los cueveros en una zona de la ciudad completamente olvidada.

Nacieron así en 1903 las Escuelas del Sagrado Corazón, a las que dieron su aportación económica, tanto el rey Alfonso XIII como los campesinos del lugar, cada cual con lo que podía aportar, incluso productos del campo. Poveda mismo iba de cortijo en cortijo con una mula recogiendo los donativos y se trasladó a vivir con sus padres, que le llevaban la contabilidad de las escuelas, a una cueva que hoy es meta de peregrinaciones teresianas. Puso así en práctica la espiritualidad de «encarnación» que marcaría su vida y la de las obras eclesiales por él fundadas.

Loreto Ballester, directora de la Institución Teresiana, subrayó, saludando a casi un centenar de sacerdotes llegados de toda España y de algunos países europeos (Italia e Irlanda), que esta obra se sabe «nacida de la fecundidad de la vida de un sacerdote diocesano».

En el actual colegio de las cuevas, heredero del iniciado por el beato Poveda el 12 de noviembre de 1902, los alumnos recordaron la historia con una pantomima y cortaron una tarta con cien velas.

Los sacerdotes pudieron acercarse a la sencillez del barrio y reflexionaron sobre la «autoridad de las cuevas», es decir la «de los excluidos», según expresó el sacerdote y teólogo Joaquín García Roca, al analizar la experiencia espiritual de Poveda.

De la experiencia de Poveda en las Cuevas ente 1902 y 1905 ha surgido un estilo de estar en la sociedad que García Roca llama la «espiritualidad de las cuevas» y que, dijo, a él le ha servido para «sobrevivir en las cuevas urbanas» de hoy.

Porque, en su opinión, las cuevas ejercen su autoridad «en el interior de nuestro ser y estar con y para los demás». Son «algo más que un episodio y se convierten en energía, se convierten en vigor».

Ante sus colegas sacerdotes, García Roca dijo que para Poveda «Guadix fue un horizonte, una dirección que marca vocación, seguimiento».

García Roca, es Profesor en la Universidad de Valencia, autor de libros y artículos sobre temas sociales y profesor invitado en la Universidad Centroamericana en El Salvador.

Indicó que estar con el pobre y con el excluido no deja de acarrear sufrimiento. «Lo que hoy celebramos no fue un camino de rosas», dijo recordando lo que el mismo Poveda escribiría años después, al recordar esta la etapa de su vida como «un cúmulo de persecuciones, penas y amarguras».

A ello también se refirió el obispo de Guadix, Juan García-Santacruz, al recordar la marcha del padre Poveda, el 11 de febrero de 1905, en medio de «calumnias, celos, sospechas de todo tipo». Sin embargo, recalcó el obispo «no hay sacerdocio auténtico sin Gólgota».

Durante la homilía de la eucaristía en la Catedral, que cerró la jornada, el obispo subrayó que, desde entonces, Guadix es relicario que guarda con orgullo su memoria.

«Las calles y las plazas accitanas.... las iglesias y conventos..., y las cuevas, sobre todo las cuevas», dijo, «no olvidarán al joven sacerdote que vino a Guadix con deseos de ser santo».

La Institución Teresiana, asociación internacional de fieles, está integrada por laicos comprometidos a ser sal y luz de la tierra en las estructuras de la sociedad, ejerciendo su misión en las diversas profesiones y desde diversos estados de vida. Actualmente está presente en treinta países.