«Con profunda tristeza sigo las dramáticas vicisitudes de Liberia y del norte de Uganda –confesó el Papa al final de su audiencia general–. Hago un llamamiento al compromiso de todos para que esas queridas poblaciones africanas vuelvan a encontrar paz y seguridad y no se les niegue el futuro al que tienen derecho».
«Expreso, además, mi cercanía a las Iglesias locales –siguió diciendo–, duramente golpeadas en sus personas y obras, mientras aliento a los pastores y fieles a ser fuertes y firmes en la esperanza. ¡Que así lo alcance nuestra insistente oración de la Misericordia divina!».
Dos intentos fracasados de asalto por parte de los rebeldes en Monrovia han dejado este mes una cifra estimada de 700 muertos llevando al secretario general de la ONU, Kofi Annan, a pedir el envío de una fuerza multinacional, que podría estar dirigida por Estados Unidos.
Por su parte el presidente estadonidense George W. Bush ha exigido al presidente de Liberia, Charles Taylor, que abandone el poder, como medida para tratar con casi 14 años de conflicto en el Estado de Africa occidental fundado hace 150 años por esclavos liberados de Norteamérica.
Los rebeldes Liberianos Unidos por la Reconciliación y la Democracia llevan tres años tratando de tomar la capital del país y derrocar al presidente en una guerra que ha causado el desplazamiento de más de un millón de liberianos.
Los rebeldes quieren que el presidente, acusado de crímenes de guerra en la vecina Sierra Leona, renuncie a su cargo. Taylor ha ofrecido marcharse al final de su mandato, en enero, pero quiere que se le levante la acusación en el tribunal internacional de la ONU.
El presidente liberiano, que estudió en Estados Unidos, surgió como un líder dominante en una guerra que causó 200.000 muertos en los años 90 y luego ganó las elecciones de 1997.
Por su parte, los rebeldes del «Ejército de Resistencia del Señor» (LRA) están aterrorizando el norte de Uganda con asesinatos y secuestros de las poblaciones habitada por las etnias Teso y Kuman. En las últimas semanas el objetivo de esos ataques son escuelas católicas o misiones.
El avance de los rebeldes hacia el sur inquieta cada vez más a la sociedad ugandesa y preocupa al ejército regular, incapaz de contrarrestar la feroz cruzada del líder del LRA Joseph Kony, un visionario a sueldo de Sudán que intenta derrocar el gobierno del presidente ugandés Yoweri Museveni.
«Las palabras del Papa no son sólo de consuelo, sino que nos infunden fuerza y valor para frontar las adversidades del presente», ha declarado monseñor John Baptiste Odama, arzobispo de Gulu, en el norte de Uganda al recibir la noticia del llamamiento pontificio.
«Es la noticia más bella que he recibido desde que soy obispo», ha añadido en declaraciones a la agencia misionera Misna.
«Me dirijo a la comunidad internacional y antes a toda la nación ugandesa para que tomen conciencia de esta guerra olvidada», que afecta al millón de personas que vive en los distritos del norte de Uganda.
«Nuestra gente ya no aguanta más y está desesperada. Estoy convencido de que el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, ha hecho lo que ha podido en estos años para garantizar la incolumidad de la población civil. Pero cuando queman tu cabaña y no logras apagar el fuego tienes que pedir ayuda a los vecinos. ¡Aquí está ardiendo toda la aldea!», clama el prelado.
«Estoy convencido de que el presidente Museveni comparte nuestra petición a las Naciones Unidas y a la comunidad internacional para garantizar seguridad e incolumidad a la población civil, víctimas de un conflicto que dura desde hace veinte años y en el que han sido secuestrados más de 20.000 niños», concluye.