SANTO TOMÉ, 29 julio 2003 (ZENIT.org).- Ha concluido sin derramamiento de sangre el intento de golpe de Estado en Santo Tomé y Príncipe, pequeño archipiélago en el golfo de Guinea al que el miércoles regresó su presidente, Fradique de Menezes.
El acuerdo negociado por mediadores internacionales, en primer plano Nigeria y Gabón, y la votación unánime del Parlamento a favor de una amnistía para los golpistas puso fin a la crisis institucional surgida el pasado 16 de julio mientras el presidente y el ministro de Exteriores se encontraban fuera de la República de unos 130.000 habitantes.
De Menezes llegó a Santo Tomé acompañado por el presidente nigeriano, Olusegun Obasanjo, pocas horas después del anuncio del acuerdo alcanzado entre las partes y firmado por el líder de los militares golpistas, el mayor Fernando Pereira.
Las dos islas volcánicas de África Occidental se encuentran encima de amplios yacimientos de petróleo aún pendientes de explotación. Por ello, no se excluía que tras este conflicto hubiera intereses ligados al crudo.
Lejos de constituir un ataque contra los miembros del gobierno, el fallido golpe se dirigía «contra la situación económica de la isla. La acción militar se concibió a fin de reclamar la atención de la comunidad internacional, y el objetivo se ha conseguido», afirmó monseñor Abilio Rodas de Sousa Ribas, obispo de Santo Tomé y Príncipe.
El prelado expresó a Misna su deseo de «una explotación de los recursos petrolíferos que pueda erradicar la pobreza de nuestra gente porque se necesita un modelo diferente de Nigeria, donde los beneficios derivados de los yacimientos de crudo no han llevado a la mejora de los niveles de vida de la población».
«La gran preocupación de la Iglesia estos últimos días –reconoció el obispo Rodas– era lograr un acuerdo entre golpistas y gobierno sin violar la dignidad de nadie, en el respeto de todos».
El obispo de la antigua colonia portuguesa dialogó personalmente con los golpistas a fin de aclarar sus peticiones y la situación. «Me permití sugerirles algunas ideas, no en calidad de representante de la Iglesia, sino como un simple ciudadano».
Unas sugerencias que, «a juzgar por como se están desarrollando las cosas, los militares han tomado en consideración en lo relativo a las conversaciones con el Banco Mundial». «Puedo decir que mis ideas han influido en los acuerdos», confirmó el prelado a Radio Vaticana.
Monseñor Rodas constató que el gobierno del país se ha ocupado de la situación económica, «pero tratándose de un ejecutivo joven –con sólo un año de vida–, el camino por recorrer hacia el progreso económico de la isla es aún largo».
«Todo esfuerzo y sacrificio realizado por la población está orientado a alcanzar la meta fijada por el Banco Mundial para la cancelación de la deuda externa», concluyó.
De los 170.372 habitantes del país, el 88,3% son católicos. Son atendidos por un obispo, diez sacerdotes religiosos, dos religiosos no sacerdotes, 39 religiosas, y 455 catequistas.