VALENCIA, 29 julio 2003 (ZENIT.org).- Dos noticias de signo opuesto han acaparado la atención de bioéticos de todo el mundo: el apoyo del gobierno español a la experimentación con embriones sobrantes de clínicas de fecundación asistida y la prohibición de Costa Rica de la fecundación in vitro.
En esta entrevista, José Pérez Adán, profesor de sociología en la Universidad de Valencia, miembro del equipo directivo del Instituto Valenciano de Fertilidad (IVAF), y presidente de la Sociedad Española de Socioeconomía, profundiza en las implicaciones de estas decisiones gubernamentales.
–En contraposición a la reciente postura del gobierno español sobre células madre, en otros países se ha replanteado la misma legalidad de la fecundación in vitro. ¿Considera que con la prohibición de la Fecundación in vitro en Costa Rica, por ejemplo, la facción conservadora de dicho país y del mundo se ha apuntado una victoria, mientras que el sector opuesto lo ha hecho en el caso español?
–José Pérez Adán: No creo que estas decisiones sean ningún triunfo partidista de nadie. Me referiré a la que prohibe la fecundación in vitro para decirle que la decisión costarricense es sin duda alguna un triunfo para toda la humanidad. Es por tanto motivo de alegría para conservadores y progresistas, para tradicionales y modernos. Recuerde que una decisión de este tipo beneficia al menos sobre el papel a los que menos tienen.
En primer lugar sale en defensa de los que todavía no son en la medida en que no permite el designio de los que ya son sobre ellos; en este sentido la sentencia es un baluarte mundial contra la eugenesia.
En segundo lugar, la magistratura costarricense pone en plano de igualdad a aquellos que en los países ricos y poderosos pueden dedicar grandes sumas de dinero a procurarse descendencia y lo que es peor, a diseñarla, y a aquellos que en otros países menos pudientes pero igual de dignos viven en armonía con la naturaleza.
Y en tercer lugar, por último, la decisión vuelve a traer al primer plano de la actualidad la necesidad de potenciar y reformar las leyes por las que se rige el sistema internacional y nacional de adopciones.
La mejor manera de subrayar la primacía del derecho de los niños a tener unos padres sobre el derecho de los padres a tener unos hijos es garantizar a todos los niños sin familia del planeta el acceso a una buena familia allá donde ésta se encuentre.
Como verá a la luz de lo que acabo de decir, la decisión del gobierno español de dar carta de normalidad a la FIV y de autorizar la investigación con humanos me parece un paso atrás en el camino de asegurar unas mínimas cotas de libertad para todos los humanos en este mundo.
–¿Por qué defiende usted en sus escritos que el hombre no debe manipular la naturaleza a su antojo, cuando de hecho sí lo hace (parecería que ella misma lo permite)? ¿Cómo saber cuándo hay que parar si la misma Naturaleza parece que permite continuar?
–José Pérez Adán: A veces nos olvidamos de que la naturaleza (el mundo biológico) cuenta con
nuestra naturaleza (el mundo racional). El que nosotros los humanos nos comportemos de manera racional está dentro de la lógica del mundo, o sea es natural que seamos racionales y responsables.
La destrucción de la naturaleza no es racionalmente lógica y a la larga tampoco es biológicamente viable. Quiero decir que lo que ahora estamos haciendo cuando destruimos el mundo natural es vivir irresponsablemente. Ello lo van a pagar las futuras generaciones. Los riesgos que estamos acumulando con el incremento de nuestra capacidad destructiva van a repercutir en los que vienen detrás.
Así por ejemplo, como ya está ocurriendo en Europa, la carrera hacia consumos de energías más altos que emprendimos hace años con la proliferación de centrales nucleares ha creado una situación de desamparo y de retroceso social ahora que tenemos que cerrar esas centrales sin habernos acostumbrado aun a consumir menos.
Parece como si los que tomaron las decisiones de edificar esas centrales no solo hayan consumido la energía que les correspondía sino también la de los que venían después. Se demuestra así que lo que no era racional tampoco era natural. Con la fecundación in vitro y las prácticas de manipulación de vidas humanas en el laboratorio ocurre una cosa parecida: tampoco es natural porque no es racional aunque sea posible.
–Si, según usted, existe engaño en afirmar que la Fecundación in vitro es un gran logro de la ciencia y técnica moderna ¿dónde radica exactamente el engaño?
–José Pérez Adán: Hay aquí un ejercicio del poder que es necesario denunciar. La investigación científica no es neutra. Desde el momento en el que se investiga con fondos, se investiga lo que esos fondos económicos quieren que se investigue. Es decir, el maridaje entre dinero y poder es un maridaje de facto y efectivo a nivel mundial en el mundo de la ciencia.
Por esto es si cabe fue más importante la decisión tomada en Costa Rica sobre la prohibición de la FIV pues de un modo muy claro desafía los intereses creados por ese maridaje. No es de extrañar que esta decisión se haya tomado precisamente en ese entrañable país: el único del mundo sin ejército y la democracia más antigua y eficaz de América.
El caso español es distinto. Aquí nos encontramos con unos intereses creados (económicos) de enorme magnitud y con una burocracia académica infectada por la corrupción del amiguismo que se viene practicando por lustros en la consecución de plazas en propiedad y proyectos de investigación. El poder en España está muy concentrado y tiende a acumularse más de suyo. Por eso la decisión tomada por el gobierno español sobre la posibilidad de investigar con células madre embrionarias (es decir, con humanos) en la medida en que da todavía más poder a los que ya lo tienen es un engaño tanto para la democracia como para la libertad.
–¿A qué se refiere exactamente cuando dice que la prohibición de la fecundación in vitro pone en plano de igualdad a quienes en los países ricos dedican grandes sumas de dinero a procurarse descendencia, y a quienes en los países menos pudientes –pero igual de dignos– viven en armonía con la naturaleza? ¿Iguales en qué? ¿Hay legislaciones que tratan con desigualdad a estos dos grupos?
–José Pérez Adán: La desigualdad tiene algo que ver con el acceso a los recursos y con el reparto y creación de riqueza. La decisión de dedicar una suma importante de dinero a procurarse descendencia biológica, en la medida en la que la contrastamos con las desigualdades sanitarias, educativas, y recreativas, o con las diferencias en la protección contra contingencias, agranda las desigualdades ya existentes entre ricos y pobres. Es como si legitimáramos el derecho de unos a disponer de perfumes baratos antes que el derecho de otros a percibir los beneficios de la asistencia sanitaria de la que ya gozan los anteriores. Cuando esto lo ponemos en un contexto histórico el problema es aún más grave.
La desigualdad crece entre los que serán víctimas de los diseños procreativos de laboratorio (las futuras generaciones por ejemplo) y los que sabemos que el origen de nuestras vidas no ha sido fruto de las leyes de la oferta y la demanda mercantil.
–Tener hijos, ¿es un derecho de los seres humanos?
–José Pérez Adán: No. Creo que eso es una libertad no un derecho. Somos o debemos ser libres para tener hijos. Ahora bien, los niños, todos los niños del mundo, tienen derecho a tener unos padres. Esto hace falta decirlo en voz alta y propagarlo por todos los lados: son los niños los que tienen derecho a la familia, no los padres los que tenemos derecho a los niños. De hecho pienso que los países ponen más énfasis
en desarrollar legislaciones que promuevan la técnica de fecundación in vitro, que en potenciar las legislaciones –ya sean nacionales o internacionales– que regulan la adopción, porque estamos en una cultura que prima el consumo sobre la producción, es decir el beneficio sobre el servicio.
Es distinto ver a los hijos como un servicio que uno presta a la sociedad, que es lo correcto, que ver a los hijos como un beneficio que uno obtiene, como si fuesen un consumo más. A veces no puedo menos que pensar en la esclavitud, en la propiedad de unos sobre otros, cuando me plantean la fecundación in vitro como consecuencia del derecho a los hijos.
–¿Pero no cree que el ciudadano medio suele apoyar ciegamente las técnicas de manipulación genética (considerándolas verdaderos avances de la ciencia)? ¿Hemos perdido nuestra capacidad crítica?
–José Pérez Adán: Si. Aquí hay un problema de manipulación ideológica y, por consiguiente, un problema de crítica. Cuando no hay crítica y contraste público de pareceres, se sucede la imposición, que creo que es lo que está ocurriendo con la fecundación in vitro: nos la han impuesto sin más como un hecho consumado.
Recuerde que la brujería es el resultado de vaciar la técnica de ética. Con el tiempo creo que se verá claro y nítido que los reales avances sociales están en la armonía del progreso moral y del progreso de la ciencia. Lo segundo sin lo primero no es progreso, es barbarie, y de ello en el siglo XX tenemos muchos ejemplos. Me temo que con la aquiescencia generalizada a decisiones interesadas sobre la fabricación e investigación con vidas humanas, como la que se acaba de tomar en España, la barbarie va a continuar en el siglo XXI.
Por Carol Solís