Intervención de la Santa Sede en la Cumbre sobre la Sociedad de la Información

Monseñor Foley ilustra los tres fundamentos morales de las comunicaciones

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GINEBRA, 14 de diciembre de 2003 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención del arzobispo John Patrick Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales y jefe de la Delegación de la Santa Sede pronunciada el 11 de diciembre ante la primera fase de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información que se celebró en Ginebra.

El encuentro tenía por objetivo encontrar políticas concretas para superar la brecha tecnológica entre los países del mundo, construyendo una sociedad que respete los derechos de las personas y de las sociedades.

* * *

Señor presidente, distinguidos representantes:

La Santa Sede está sumamente complacida por el hecho de que esta Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información se ha celebrado bajo el alto patronato de la Secretaría General de las Naciones Unidas y agradece al mismo tiempo el que la Unión Internacional de Telecomunicaciones haya dirigido la organización de esta reunión.

Como ustedes podrían esperar, la Santa Sede está sumamente interesada en las implicaciones humanas y morales de la sociedad de la información.

Por este motivo, damos particularmente las gracias por el acuerdo alcanzado sobre las «Dimensiones éticas de la Sociedad de la Información» (números 56-59) en la Declaración de Principios.

Pensamos que los hombres y mujeres de buena voluntad deberían aprobar el que «todos los agentes de la sociedad de la información emprendan apropiadas acciones y medidas preventivas contra la utilización abusiva de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, como son las acciones ilegales u otros actos motivados por el racismo, la discriminación racial, la xenofobia, o ligados a la intolerancia, el odio, la violencia, todas las formas de abuso de niños, incluyendo la pederastia y la pornografía infantil, así como el tráfico y el abuso de seres humanos».

En nuestra encomiable preocupación por hacer que las tecnologías de la información y la comunicación sean accesibles al mayor número posible de personas, quisiera recordar tres fundamentos morales básicos de las comunicaciones: la primordial importancia de la verdad, de la dignidad de la persona humana y de la promoción del bien común.

En este contexto, el acceso a la información es esencial para el desarrollo de una sociedad sana, en la que todos los ciudadanos deberían estar bien informados y ser participantes activos, manteniendo su dignidad y en función del bien común.

Todos nosotros estamos comprometidos en evitar la posibilidad de que las tecnologías de la información y la comunicación al igual que los programas agraven las desigualdades que ya existen. Como la Santa Sede siempre ha afirmado, la protección de la propiedad privada, incluyendo la propiedad intelectual, tiene la tarea social fundamental de servir al bien común de la familia humana y, en este sentido, deberían establecerse mecanismos de salvaguarda, aunque esto difiera de la lógica del mercado y de la ley del inmediato retorno económico.

El desarrollo debe entenderse de una manera plenamente humana, en concreto, elevando la dignidad y creatividad de cada individuo.

Su Santidad el Papa Juan Pablo II, en un mensaje al secretario general de las Naciones Unidas y al Comité Administrativo de Coordinación de las Naciones Unidas (7 de abril de 2000), habló de un «creciente sentido de solidaridad internacional» que ofrece al sistema de las Naciones Unidas «una oportunidad única para contribuir a la globalización de la solidaridad, convirtiéndose en un punto de encuentro para los Estados y la sociedad civil y en punto de convergencia de los diferentes intereses y necesidades…».

Mi delegación está particularmente interesada en el papel de los medios de comunicación y de las tecnologías de información y comunicación en la preservación y en la construcción de la paz. Esperamos que esta Cumbre concluya con un compromiso de alto alcance a favor de la paz, asumido por todos nosotros. Es sólo un aspecto de las enormes posibilidades para hacer el bien de las tecnologías de la información y la comunicación, pero quizá el más urgente.

En estos momentos, no podemos construir una paz duradera sin la cooperación de las redes de comunicación. Pueden servir a la cultura del diálogo, de la participación, de la solidaridad y la reconciliación sin los cuales no puede florecer la paz.

Si la paz es el estado que se da cuando cada persona es tratada con dignidad y cuando se le permite desarrollarse integralmente como persona, la contribución valiente de los medios de comunicación, en lugar de transmitir violencia, inmoralidad y superficialidad, deberían promover un uso más abierto y respetuoso de las tecnologías de la información y la comunicación para construir un mejor conocimiento recíproco y respetar y promover la reconciliación y una relación más provechosa entre pueblos de diferentes cultural, ideologías y religiones.

La tecnología es un medio: nosotros tenemos la responsabilidad de utilizarlo para que, en esta era de la comunicación, avance entre todos los pueblos la búsqueda de la verdad y de la auténtica libertad.

Gracias.

[Traducción del original inglés realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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