Educar en la paz exige el respeto del derecho internacional; dice el Papa

En el mensaje para la próxima Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 2004)

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CIUDAD DEL VATICANO, 16 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Educar en la paz significa mostrar que ésta es posible, en el respeto del derecho internacional, considera Juan Pablo II en el mensaje que ha escrito para la próxima Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el 1 de enero.

Se trata de un mensaje «hoy más urgente que nunca», aclara el Santo Padre, «porque los hombres, ante las tragedias que siguen afligiendo a la humanidad, están tentados de abandonarse al fatalismo, como si la paz fuera un ideal inalcanzable».

La misiva papal, que lleva por título «Un compromiso siempre actual: educar a la paz», constituye en cierto sentido en una síntesis de los mensajes que con motivo de la celebración del primer día del año, instituida por el Papa Pablo VI en 1967, ha venido redactando en estos veinticinco años de pontificado.

De hecho, el texto cierra, en cierto sentido, un círculo de pensamiento –estilo típico de Karol Wojtyla– que al ser elegido obispo de Roma escogió como tema para el 1 de enero de 1979 «Para lograr la paz, educar a la paz».

Es particularmente significativo constatar que el Santo Padre ha cambiado de título sobre la marcha de la redacción del texto, pues la Sala de Prensa de la Santa Sede había anunciado que el tema sería «El derecho internacional, una vía para la paz».

La Iglesia, recalca con fuerza, «ha enseñado siempre y sigue enseñando una evidencia muy sencilla: la paz es posible».

«Más aún, la Iglesia no se cansa de repetir: la paz es necesaria –subraya–. Ésta se ha de construir sobre las cuatro bases indicadas por el Beato Juan XXIII en la Encíclica «Pacem in terris»: la verdad, la justicia, el amor y la libertad».

Educar a la paz, explica el mensaje pontificio, implica «la urgente necesidad de enseñar a los individuos y los pueblos a respetar el orden internacional y observar los compromisos asumidos por las autoridades, que los representan legítimamente».

«Es oportuno recordar esta regla fundamental, sobre todo en los momentos en que se percibe la tentación de apelar al derecho de la fuerza más que a la fuerza del derecho», escribe.

El mensaje recuerda los motivos que llevaron a la constitución de la Organización de las Naciones Unidas con un Consejo de Seguridad «con el objetivo de preservar a las futuras generaciones del azote de la guerra».

«Su objetivo esencial es reemplazar la fuerza material de las armas con la fuerza moral del derecho, previendo sanciones apropiadas para los transgresores, además de la debida reparación para las víctimas», indica.

«Esto ha de valer también para aquellos gobernantes que violen impunemente la dignidad y los derechos humanos con el pretexto inaceptable de que se trata de cuestiones internas de su Estado», considera.

Al concluir, el Mensaje del Papa recuerda, sin embargo, que «para instaurar la verdadera paz en el mundo, la justicia ha de complementarse con la caridad».

«El derecho es, ciertamente, el primer camino que se debe tomar para llegar a la paz. Y los pueblos deben ser formados en el respeto de este derecho. Pero no se llegará al final del camino si la justicia no se integra con el amor», explica.

«A veces, justicia y amor aparentan ser fuerzas antagónicas –reconoce–. Verdaderamente, no son más que las dos caras de una misma realidad, dos dimensiones de la existencia humana que deben completarse mutuamente».

«Por eso –concluye– , la necesidad del perdón para solucionar los problemas, tanto de los individuos como de los pueblos. ¡No hay paz sin perdón! Lo repito también en esta circunstancia, teniendo concretamente ante los ojos la crisis que sigue arreciando en Palestina y en Medio Oriente».

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ZENIT Staff

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