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Su Santidad, muchas gracias por recibirnos a Laura y a mí, así como a nuestra delegación.
Le traigo el saludo de nuestro país, en el que usted es respetado, admirado y sumamente querido. Le traigo también un mensaje de mi gobierno que le dice a usted, excelencia, que trabajaremos por la libertad humana y por la dignidad humana para promover la paz y la compasión, que apreciamos el fuerte símbolo de libertad que usted ha supuesto y reconocemos el poder de libertad para cambiar sociedades y cambiar el mundo.
Por eso, excelencia, nos sentimos honrados de estar aquí. Quizá el mejor modo con el que puedo expresarle la gratitud del país y nuestro respeto es entregándole la «Medalla de la libertad» de los Estados Unidos y, si usted me lo permite, quisiera leer la mención que acompaña a este reconocimiento.
«Un ferviente servidor de Dios, Su Santidad Juan Pablo II, ha capitaneado la causa de los pobres, los débiles, los hambrientos y los marginados.
Ha defendido la dignidad exclusiva de cada vida humana y la bondad de toda vida.
Con su fe y su convicción moral, ha dado valor a los demás para «no tener miedo» de vencer la injusticia y la opresión.
Su enérgica defensa de la paz y la libertad ha inspirado a millones de personas ayudándoles a acabar con el comunismo y la tiranía.
Los Estados Unidos rinden homenaje a este hijo de Polonia que se ha convertido en obispo de Roma y héroe de nuestra época».
[Traducción del original inglés realizada por Zenit]