La doctrina social, servicio de la Iglesia a las sociedades modernas

Según el cardenal Martino, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz

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RÍMINI, miércoles, 24 agosto 2005 (ZENIT.org).- Defensa de la vida, libertad religiosa, paz y derechos humanos, son los temas prioritarios de la escena mundial, según ha explicado el cardenal Renato Raffaele Martino, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz.

El purpurado italiano expuso su análisis este martes al intervenir sobre el tema «Al servicio del hombre moderno. La doctrina social de la Iglesia», en un debate celebrado en el «Meeting» que organiza Comunión y Liberación esta semana en Rímini (Italia).

El encuentro comenzó con la pregunta que le planteó Giorgio Cittadini, presidente de la Fundación por la Subsidiariedad: «¿Cuáles son las condiciones para que cada individuo y la comunidad en la que vive puedan experimentar una plena libertad dentro de una sociedad?».

El cardenal Martino respondió ilustrando los contenidos del recientemente publicado «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia», redactado por el organismo vaticano que preside.

Según el cardenal, los ámbitos prioritarios de compromiso en la sociedad, a la luz de las exigencias evangélicas y de las principales necesidades de la humanidad, son la vida, la libertad religiosa, la paz y los derechos humanos.

La defensa de la vida, desde su concepción hasta la muerte natural y su promoción, es «de fundamental importancia para la acción de los cristianos en el ámbito social», precisó el presidente del Consejo vaticano.

«El derecho a la libertad religiosa es el fundamento de todos los demás derechos –añadió–. Sólo Dios garantiza el carácter inviolable del hombre hecho a imagen y semejanza de Dios. La libertad de conciencia, al igual que la religiosa, no nace de una reivindicación subjetiva, sino que desciende de la realidad de la dignidad humana y de su vocación trascendente».

Por lo que se refiere a la paz, Martino distinguió entre las figuras del pacífico, pacifista y pacificador.

«Pacífica es la persona capaz por don de Dios y virtud propia de vivir una relación que no es de conflicto consigo mismo y con los demás. La paz es algo propio de los hombres pacíficos», afirmó.

«El pacifismo es algo bueno, pero si no es orientado por hombres pacíficos, corre el riesgo de traicionar el objetivo de la paz, convirtiéndose en una ideología», siguió advirtiendo.

«El pacificador es el pacífico que entra en las situaciones históricas de conflicto para llevar palabras, actitudes y soluciones de paz», ilustró.

El pacificador, o «agente de paz» está guiado por el amor, pues, como escribía san Agustín, «tener la paz significa amar».

Por lo que se refiere a los derechos humanos, Martino confirmó que «el criterio principal de la atención a los derechos humano será el anuncio del fundamento trascendente de la dignidad de la persona, pues el verdadero humanismo es trascendente».

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ZENIT Staff

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