CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 14 octubre 2005 (ZENIT.org).- Con un intenso llamamiento a la evangelización inauguró el 10 de octubre el cardenal Crescenzio Sepe el nuevo año académico de la Universidad Pontificia Urbaniana, centro de formación por excelencia de futuros evangelizadores de tierras de misión.
En la homilía de la concelebración eucarística, el prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos no hizo una «teología de la misión», sino que más bien delineó los rasgos fundamentales del misionero.
«Hemos sido enviados no con nuestra misión sino con la misma misión del Hijo. Ninguno de nosotros, por tanto, debe presentarse a sí mismo o algo suyo –precisó el cardenal–; si lo hiciéramos traicionaríamos la misión de Cristo. Debemos llevarle sólo a Él, siempre y en todas partes, sólo a Cristo».
El enviado, añadió, «es una persona que representa a quien lo ha enviado, Cristo. No es un instrumento mecánico, sino vivo y responsable. Vive y actúa en nombre de quien le envía. De aquí deriva también la responsabilidad del enviado».
«No debemos olvidar que hay cinco mil millones de personas que no reciben el Pan de Vida, que todavía no conocen a Cristo, ¡porque nadie ha ido a anunciárselo! Esta es la importancia de la misión: ¡llevar a Cristo!», exhortó.
La Pontificia Universidad Urbaniana, aún habiendo sido elevada al rango de Universidad Pontificia el 1 de octubre de 1962, por el beato Juan XXIII, tiene sus raíces en el Colegio Urbano, fundado por el Papa Urbano VIII con la bula «Immortalis Dei Filius» de 1627.
Desde 1966, la Urbaniana acepta extensiones de seminarios e institutos de Filosofía, Teología, Misionología y Derecho Canónico de los cinco continentes. Según informa la página web del centro académico, actualmente cuenta con 92 instituciones afiliadas y agregadas, y con unos once mil estudiantes.
Su rector, Giuseppe Cavalletto, deja el cargo el próximo 15 de octubre para ser consagrado obispo de Cuneo y Fossano (Italia).
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