ROMA, domingo, 16 octubre 2005 (ZENIT.org).- El demonio existe pero su poder no es omnipotente, el único omnipotente es Dios; asegura el arzobispo Angelo Comastri, vicario general del Papa para el Estado de la Ciudad del Vaticano.
El prelado italiano, inauguró el pasado 13 de octubre el segundo curso sobre «Exorcismo y Satanismo», organizado por el «Instituto Sacerdos» para la formación permanente de los sacerdotes del Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» de Roma, en colaboración con el Grupo de Investigación e Información Religiosa (GRIS), de Italia.
«El demonio existe pero no existe el mal omnipotente. Sólo hay uno infinito y es infinitamente bueno», aclaró monseñor Comastri, quien predicó los ejercicios espirituales a Juan Pablo II y a la Curia romana en marzo de 2003.
Basándose en el Evangelio, el prelado, que hasta febrero fue delegado pontificio del santuario nacional italiano mariano de Loreto, reconoció que «no se puede dudar de la existencia del demonio».
«Su existencia más que en la vida de los pecadores se ve en la vida de los santos. Leed la vida de los santos, todos han tenido que combatir con el demonio. En concreto, la existencia del demonio se ve en la vida de Jesús nuestro Señor», dijo.
Le escuchaban unos 120 sacerdotes y estudiantes de licencia en teología que se preparan al sacerdocio. Además estaban conectados estudiantes desde otras ciudades del mundo.
«El demonio es una criatura creada buena por Dios, pero se ha vuelto malvada al rebelarse contra Dios», dijo Comastri. «Es fundamental recordar esta verdad, no para banalizar al demonio sino para situarlo en su justa dimensión».
El vicario general precisó que, aunque la obra de salvación es una realidad, el príncipe de este mundo «puede todavía actuar porque la obra de la salvación de Cristo no se ha cumplido todavía en nuestra vida, llamada continuamente a decidirse a favor o en contra de él».
«Cuando la libertad se hace esclava de Satanás, el hombre sufre graves heridas en su vida»; por esto, «Jesús dio a sus apóstoles el poder de expulsar a los demonios y liberar de los demonios con la potencia de su sangre redentora, con la potencia del amor que introdujo en la historia mediante su muerte en la Cruz», añadió.
Según el vicario general de la Ciudad del Vaticano, «de esta potencia nos valemos nosotros para expulsar a los demonios. Este poder es real y hay que tomarlo en serio, pero hay que ejercerlo con gran humildad, evitando análisis apresurados o degenerar en artes mágicas de liberación, recordando siempre que es Jesús el que libera, a través de la potencia de la oración que surge de la fe, y a través de la potencia de los sacramentos de fe».
El prelado recordó uno de los diálogos del cura de Ars (1786-1859) con el demonio. Cuando éste afirma: «Yo puedo hacer todo lo que haces tú, puedo hacer también tus penitencias, te puedo imitar en todo, una sola cosa no puedo hacer, no puedo imitarte en la humildad», san Juan María Vianney responde: «Por eso te gano yo».
«La humildad es el mejor baluarte contra el demonio y la humildad desemboca siempre en la oración y en la adoración», subrayó monseñor Comastri.
«Potencia que se obtiene continuamente de la cruz, porque toda la salvación parte de aquel hecho de amor infinito con el que Jesús entra en la historia como Salvador», precisó.
En el primer día del curso, se abrió a las puertas a periodistas. Uno de ellos preguntó cuál es la razón de la existencia del mal. Comastri respondió: «El orgullo es la raíz de todo mal porque el orgullo se separa de Dios, y, cuando uno se separa de Dios, vienen todas la demás consecuencias».
«En la cruz, Jesús ha expresado un acto opuesto al de Satanás, un acto de humildad, de amor», concluyó monseñor Comastri.