ROMA, domingo, 30 octubre 2005 (ZENIT.org).- Uno de los obispos que no pudo participar en el Sínodo de los obispos celebrado en Roma este mes de octubre ha escrito una carta informando sobre la importancia que ha tenido el Año de la Eucaristía para la Iglesia en su país.
La carta, que tiene por fecha el 29 de septiembre, ha sido escrita por monseñor Aloysius Jin Luxian S.J., obispo de Shangai, al senador italiano Giulio Andreotti, en calidad de director de la revista «30 Giorni».
«Tengo la gran alegría de poder comunicarle que la celebración del Año Eucarístico, instituida por el Santo Padre, ha encontrado también en China una resonancia elevadísima, pues nuestra comunidad ama mucho a la Eucaristía y trata de vivir su misterio en la propia vida», afirma el prelado en su misiva.
«En Shangai celebramos un Congreso Eucarístico abierto, en el que participaron numerosos sacerdotes y laicos, clausurado solemnemente con la santa misa celebrada el 24 de septiembre pasado, en el Santuario de la Virgen de Sheshan, por el obispo auxiliar, monseñor Giuseppe Xing Wenzhi», informa.
«Unos 2500 fieles recibieron la Comunión en esa ocasión. La celebración estuvo precedida por una solemne procesión que, comenzando desde nuestro seminario, se desarrolló con oraciones y cantos a través de las calles que llevan a la colina de Sheshan, en cuya cumbre se encuentra el Santuario de la Virgen tan venerada por todos nosotros», añade.
«Al final, tuve la alegría de impartir yo mismo a los presentes la solemne bendición eucarística, que cerró nuestras celebraciones», explica.
El prelado envía a Andreotti, antiguo primer ministro italiano, fotos que testimonian «el acontecimiento extraordinario».
«Nuestra comunidad ha rezado y sigue rezando por toda la Iglesia universal y estamos seguros de que por vuestra partes es constante el recuerdo por esta porción de Iglesia, reducida todavía en número, pero sumamente viva en el testimonio de vida», concluye la carta.
Monseñor Aloysius Jin Luxian, obispo reconocido por el gobierno, es uno de los prelados a los que el Papa invitó a participar en el Sínodo y que no pudieron venir a Roma a causa de los problemas burocráticos que se les impusieron.