CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 31octubre 2005 (ZENIT.org).- Este sábado por la mañana Benedicto XVI fue de peregrinación al santuario mariano de la «Madre de las Gracias» de la Mentorella, uno de los más antiguos de Italia, situado a unos 50 kilómetros de Roma, especialmente amado por Juan Pablo II.
La excursión del Papa hubiera pasado prácticamente desapercibida si no hubiera sido por la confirmación posterior de Joaquín Navarro-Valls, director de la Oficina de Información de la Santa Sede, a través de un comunicado.
Según explicó el portavoz, el pontífice, que salió en torno a las 9,00 de la mañana del Vaticano, «celebró la santa misa en honor de la Virgen» y regresó al inicio de la tarde.
Fueron testigos de la visita del Papa los pocos peregrinos que se encontraban en el lugar y que recibieron de él como recuerdo un rosario.
Según la tradición, el Santuario de la Mentorella fue edificado el siglo IV por el emperador Constantino, en el monte Guadagnolo (diócesis de Tívoli), en el lugar de la conversión del tribuno romano, san Eustaquio, tras una aparición de Cristo en tiempos del emperador Trajano. Dedicada a san Eustaquio, la Iglesia fue consagrada por el Papa Silvestre.
El Santuario es asistido y administrado por la Congregación de la Resurrección que, en 1883, lo compró al Estado Italiano después de haber sido expropiado. El Papa Pío IX ya había confiado en 1857 este centro de peregrinación a esa Congregación.
En la mañana del sábado, el rector polaco del santuario, el padre Adam Otrebski recibió una llamada telefónica anunciándole la visita del Papa. Como recuerdo de su visita, el Papa ofreció una casulla a la comunidad del santuario.
La estatua de madera de la Virgen, «Madre de las Gracias» es del siglo XII y fue coronada en 1901.
La visita de Benedicto XVI tenía lugar en el vigésimo séptimo aniversario de la primera visita oficial al Santuario –y primera visita fuera de Roma–, el 29 de octubre de 1978, por parte del Papa Juan Pablo II, pocos días después de su elección como pontífice.
En realidad, Karol Wojtyla ya había visitado ese lugar en la víspera del cónclave en el que sería elegido Papa. Al regresar a Roma, sufrió una avería en su coche.
Al Papa polaco le gustaba regresar a este lugar –lo visitó en muchas ocasiones, la última en el año 2000–, en momentos particulares, cuando sentía intensamente la necesidad de oración y de reflexión entre las montañas.
En su primera visita, el mismo Papa confesaba: «Este lugar me ha ayudado mucho a rezar» y añadía: «este lugar, escondido entre los montes, me ha fascinado particularmente».