LOURDES, 6 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- Ante los disturbios que en los últimos días están sacudiendo muchas áreas urbanas de Francia, el episcopado del país ha pedido reflexionar sobre el origen de estos actos de violencia.
El saldo de la noche entre el sábado y el domingo fue el peor desde que se iniciaron los disturbios el pasado jueves con casi 1.300 coches incendiados, escuelas, gimnasios, comercios, talleres y equipamientos públicos destruidos y cerca de 350 detenidos.
Este sábado desde Lourdes, donde se encuentra reunida la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal de Francia, su presidente, el arzobispo Jean-Pierre Ricard, emitió un comunicado para expresar la preocupación de los obispos franceses «ante actos de violencia y destrucción».
«Grupos de jóvenes se enfrentan durante la noche contra las fuerzas del orden y provocan miedo», reconoce en el texto el arzobispo de Burdeos (Bordeaux).
«Las imágenes de los medios de comunicación dan a estos acontecimiento un fuerte impacto en la opinión pública y crean desconfianzas entre los diferente componentes de la población», sigue constatando.
«Tenemos que preguntarnos sobre lo que pueden engendrar estos torbellinos de violencia en nuestras grandes poblaciones», sugiere el comunicado episcopal.
«La urbanización reciente, las dificultades de empleo para los jóvenes, la instabilidad en la vida familiar son mencionadas con frecuencia. Pero consideramos que la represión y la incitación al miedo colectivo no son una respuesta a la altura de estas tensiones dramáticas de nuestra sociedad», afirma el representante de los obispos franceses.
El documento subraya «todo el trabajo que hacen diariamente las asociaciones y las instituciones para crear lazos de solidaridad a favor de una convivencia conjunta fraterna».
«Las escuelas, las diferentes instancias de formación, los educadores, los animadores sociales, tienen que sentirse apoyados por todos nosotros», exigen los obispos.
El comunicado concluye considerando que «es vital abrir a estas nuevas generaciones, que con frecuencia carecen de esperanza, un porvenir de libertad, de dignidad y de respeto del otro».