Pronto será beato el «hermano universal» Charles de Foucauld

Diecinueve familias religiosas en todo el mundo viven hoy su carisma

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GRANADA, 8 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- El próximo 13 de noviembre la Iglesia beatifica en la basílica de San Pedro de Roma, durante la misa concelebrada presidida por el cardenal Saraiva Martins, al hermano Charles de Foucald, proponiendo su figura como ejemplo a imitar por los cristianos en el seguimiento de Jesús.

El que quiso ser «hermano universal» y especialmente de los más desvalidos, quiso fundar en vida una congregación religiosa que siguiera su carisma pero sólo le siguieron, en Francia, 49 personas, en la Unión de hermanos y hermanas del Sagrado Corazón de Jesús, que consiguió fuese aprobada por las autoridades religiosas.

Hoy, miles de personas en once congregaciones religiosas y ocho asociaciones de vida espiritual siguen sus huellas. Son grupos espirituales integrados por laicos, sacerdotes, religiosos o religiosas y viven el Evangelio por todo el mundo, ayudados por las intuiciones de Charles de Foucauld.

Antonio Rodríguez Carmona, de esta familia espiritual, catedrático de Sagrada Escritura de la Facultad de Teología de Cartuja de Granada, España, y consultor de la Santa Sede para las relaciones con el mundo judío, comunica a Zenit la vida y los rasgos destacados del nuevo beato que Francia y África dan a la Iglesia y al mundo.

–Háblenos de la persona de Charles de Foucauld, sus raíces.

–Nació en Estrasburgo el 15 de septiembre de 1858, en el seno de una familia noble. Realizó los estudios primarios y medios en Estrasburgo y Nancy.

Su familia le ofreció un ambiente religioso, pero en los centros de estudio encontró un ambiente neutro, que unido a su temperamento inquieto y fogoso y a la falta de adecuada dirección educativa, determinó que viviera una juventud extremadamente disoluta.

Pierde la fe a los dieciséis años y permanece en estado de indiferencia durante más de doce años. Al llegar la mayoría de edad, entra en posesión de una rica herencia, que dilapidó con su vida licenciosa.

En 1878 ingresa en el ejército y como subteniente marcha a África, en la época en que Francia colonizaba Argelia.

Se licencia más adelante para dedicarse a explorar Marruecos, a donde realizó un viaje de tres mil kilómetros, disfrazado de rabino judío, fruto del cual fue un importante estudio geográfico de Marruecos, que le valió la medalla de oro de la Sociedad de Geografía.

–¿Qué supuso este viaje para su itinerario espiritual?

–Este viaje, que lo puso en contacto directo con el Islam y el desierto, fue el comienzo de un cambio serio en su vida.

Lee, reflexiona, ora a su manera. Un día va en busca del padre Huvelin para hablar sobre cuestiones religiosas y éste le dice que se ponga de rodillas y se confiese. Fue la gracia de la conversión.

«Tan pronto como creí que había un Dios, me di cuenta de que no podía hacer otra cosa que vivir para él», diría de aquella experiencia el hermano Charles de Foucauld.

–¿Y después de la conversión?

–A partir de este momento, toda su vida es una búsqueda seria y extremosa de la voluntad de Dios, que es su absoluto, imitando a Jesús, especialmente en su existencia oculta y pobre.

Opina que la voluntad de Dios es su ingreso en la vida religiosa, y elige la trapa (cistercienses), orden religiosa de vida austera, por lo que ingresa en 1890 en la trapa de Ntra Señora de las Nieves en Francia. Allí conoce la existencia de otra casa de la orden en Siria, en Akbés, donde era mayor la pobreza, y pide su traslado a ella, pasando allí seis años. No está satisfecho del todo. A pesar de la vida austera de los monjes, tienen a su servicio labradores pobres de la región, que viven en situación precaria.

Sus superiores le envían a Roma donde estudia teología (octubre 1896) y, ya a punto de hacer la profesión perpetua, decide dejar la orden. Insatisfecho, busca una más auténtica vida de Nazaret, imitando a Jesús, que pasó en Nazaret la mayor parte de su vida con una existencia de obrero, oscura, pero redentora.

Abandona la orden y se instala en Nazaret como criado de las Clarisas, viviendo en una caseta del huerto y entregándose completamente a la contemplación y a la pobreza. Sueña en compañeros que compartan su vida y redacta la regla de los Hermanitos del Sagrado Corazón de Jesús.

–Se perfilan ya los rasgos de su carisma para la Iglesia

–Sí, la larga estancia en Nazaret le empuja a buscar otro sitio más pobre, donde continuar el mismo género de vida y donde hacer presente a Jesús por medio de su vida oculta. Para ello en 1901 viaja a Francia para ordenarse sacerdote y decide establecerse en Marruecos, pero ante la imposibilidad de hacerlo, se instala en Argelia, en Beni-Abbés, cerca de la frontera de Marruecos.

Allí vive su vocación de vida de Nazaret, oculta y pobre, al servicio de los hombres, especialmente de los más necesitados. Pasa largas horas en adoración de la Eucaristía, vive como hermano de todos, acogiendo a pobres y enfermos sin distinción de raza o religión. Desde allí realiza varias correrías por Argelia, siempre en busca de los más pobres.

–Qué es lo que define su carisma como novedoso en aquel momento de la Iglesia y del mundo?

–Este aspecto de «Hermano Universal» es un aspecto importante de su espiritualidad: una llamada a encarnar el amor y el servicio entre los más humildes y abandonados a través de la amistad y el testimonio silencioso. Este amor, llevado a sus últimas consecuencias, exige compartir la condición social de los más pobres, el trabajo manual, el servicio incondicional.

Atraído por el deseo de ponerse en contacto con las tribus Tuareg, se establece en 1905 en Tamanrasset, en pleno corazón del Sahara. Allí lleva una vida semejante a la de Beni Abbés. Para preparar el camino a futuros misioneros lleva a cabo una serie de estudios lingüísticos, de gran calidad científica.

Allí finalmente encuentra la muerte un 1 diciembre 1916 en el contexto de la Primera Guerra Mundial. Apresado y maniatado por una banda rebelde, un muchacho lo vigila, mientras los demás se dedican al saqueo de su residencia. El vigilante, nervioso al creer que llegaban soldados, le da muerte de un disparo en la cabeza.

–¿Puede ilustrarnos algunos trazos de esta espiritualidad?

–El carisma del hermano Charles se resume en el lema «Jesus-Caritas». En el comienzo está el absoluto de Dios Padre-amor, al que toma en serio y cuya voluntad quiere realizar. Toda su vida fue un continuo buscar la realización de esta voluntad, lo que se tradujo en una vida de creciente abajamiento y servicio.

Y como Dios Padre se revela en Jesús, éste fue su gran amor, al que desea imitar, especialmente en su período de vida oculta y redentora en Nazaret. La adoración de la Eucaristía es central, pues hace presente a Jesús-amor que se entrega e invita a continuar en el mundo concreto su entrega por los hombres, por todos los hombres, por lo que un auténtico adorador tiene que ser hermano universal, especialmente de los más débiles y abandonados.

Para un mejor conocimiento de la figura del hermano Charles es muy provechosa la obra de A. Chatelard, «El camino de Tamanrasset», publicada en Madrid en 2003 por la Editorial San Pablo.

–Charles de Foucauld no cumplió su deseo de fundar una congregación pero la semilla enterrada ha dado fruto abundante. Háblenos de la Fraternidad.

–El hermano Charles deseó crear una congregación que compartiera su carisma, para lo que escribió diversas reglas, pero no lo logró en vida, excepto una pequeña «Unión de Laicos» que contaba con unas decenas de adscritos en el momento de su muerte. Más adelante, a partir de 1933, comienzan a constituirse grupos que desean vivir las diversas facetas del carisma del hermano Charles, adoptando diversas formas:
(congregación religiosa, instituto secular, asociaciones de laicos, asociación de sacerdotes, etc.) y subrayando cada uno tal o cual aspecto del carisma. Surgen así como congregaciones los Hermanos de Jesús, Hermanitas de Jesús, Hermanos del Evangelio, etc, como instituto secular la Fraternidad Jesus Caritas, como laicas consagradas la Fraternidad Charles de Foucauld, como asociación de fieles la Fraternidad Secular Charles de Foucald, como asociación de sacerdotes diocesanos la Fraternidad Sacerdotal Jesus Caritas, etc.
<br> «La forma en que el hermano Charles de Foucauld imitó a Jesús de Nazaret nos ha seducido», dicen quienes integran la amplia y variada familia espiritual de este pequeño gran hombre del desierto. Hoy son ya once congregaciones religiosas y ocho asociaciones de vida espiritual extendidas por todo el mundo. Para más información consultar la página www.carlosdefoucauld.org.

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ZENIT Staff

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