La auténtica laicidad reconoce el papel público de la religión, explica el cardenal Martino

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Al intervenir en la Cámara de los Diputados de Italia

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 16 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- El cardenal Renato R. Martino consideró que la auténtica laicidad reconoce el papel público que desempeña la religión al presentar este miércoles el «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia» a los parlamentarios de Italia.

El presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz explicó que «un régimen político auténticamente laico acepta tanto que los cristianos actúen individualmente en cuanto cristianos en la sociedad sin camuflarse como que la Iglesia manifieste sus propios pareceres sobre las grandes cuestiones éticas».

«Se trata de un interés de la misma política –aseguró–, pues si pretende vivir como si Dios no existiera, al final se hace árida y pierde la conciencia del carácter intangible de la vida humana».

Por este motivo, aclaró, «el catolicismo no podrá renunciar nunca al papel público de la fe, distinguiendo los casos en los que los fieles actúan en nombre propio y los casos en los que actúan en nombre de la Iglesia, junto a sus pastores».

Al explicar cuál es la contribución fundamental que la Iglesia ofrece a la política, Martino mencionó su obra para «conservar y promover en la conciencia común el sentido de la dignidad trascendente de la persona humana».

«La concepción cristiana de la persona como imagen de Dios» impide «que sea considerada como un medio y no como un fin, que sea concebida de manera parcial o reductiva», aclaró.

Esta visión exige por el contrario, dijo, «considerarla en su apertura horizontal y vertical, capaz de relacionarse con los demás y con Dios, en la verdad y en el bien».

«¡Una auténtica democracia tiene necesidad de alma!», concluyó al tomar la palabra en la Sala del Cenáculo, de la Cámara de los Diputados.

En el acto intervino el presidente de la Cámara, Pier Ferdinando Casini, quien presentó el «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia» como «un punto de referencia insustituible para las decisiones difíciles que todos estamos llamados a tomar».

A quien niega a la Iglesia el derecho a intervenir sobre los grandes temas de la condición humana, Casini recordó que «la Iglesia se limita a proponer, y no a imponer».

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ZENIT Staff

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