ROMA, viernes, 18 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- Los principios ideológicos del laicismo programático se basan en el racionalismo absoluto, el inmanentismo radical y la libertad llamada absoluta, afirmó en un Simposio sobre «Comunicación y Participación» el profesor José Martínez de Toda S.I., antiguo director del Centro Interdisciplinario de Comunicación Social de la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma.
Explicando su visión sobre el laicismo programático especificó que «el racionalismo absoluto considera a la razón como única fuente y medida de la verdad, el inmanentismo radical niega toda realidad trascendente y la libertad llamada ‘absoluta’ sólo queda limitada por la libertad de los demás».
«Aceptamos la laicidad, pero no el laicismo agresivo e intolerante”, indicó el padre Martínez de Toda.
«La ideología laicista, bajo una visión atea o agnóstica, pretende confinar la religión al ámbito privado, a la iglesia, a la sacristía, no sacarla a la calle, negarle todo espacio y expresión pública, especialmente cuando se trata de personas con función política» afirmó el sacerdote, natural de La Rioja (España), que ha vivido en Venezuela treinta años y, entre otras cosas, es Master of Science, Economics, por la Universidad de Wisconsin (EE. UU.).
«Este laicismo con ingredientes ilustrados es heredero de un viejo anticlericalismo, que hace alarde inclusive de su irrespeto a todo tipo de autoridad religiosa», atestó este jesuita durante su intervención en el Simposio para celebrar los 25 años del Centro Interdisciplinar de Comunicación Social de la Universidad creada por San Ignacio de Loyola en Roma.
«La secularización es hoy el desafío más importante para el cristiano. Estamos asistiendo a una descristianización progresiva de la sociedad a nivel público y privado», constató.
«La secularización trata de desbancar a Dios. Según Benedicto XVI para la secularización “Dios nos estorba, o se hace de Él una frase devota, o se le niega todo, desterrándolo de la vida pública, hasta que de este modo deje de tener significado alguno».
«Hay increencia, indiferencia, escapismo al tema de la fe, relativismo…», dijo en su intervención mientras advertía un avance de esta tendencia en España, Europa y también con la posibilidad que entre en América Latina.
El padre Martínez citó que los obispos de Pamplona-Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria escribían al comienzo de la última Cuaresma (de 2005): «Hay una creciente debilidad de la Iglesia… Una parte notable de nuestra gente cree que la Iglesia no va bien. Su experiencia personal, la opinión recogida en su entorno, la imagen recibida a través de la mayoría y de los medios de comunicación le confirman en esa percepción. El presente es crudo: el futuro es sombrío. El pesimismo prevalece. La autoestima colectiva decrece…».
«La condición problemática de estos tiempos nos debe poner en un alerta militante», propuso Martínez de Toda.
«Si la secularización se caracteriza por prescindir de Dios, lo último que habrá que hacer es refugiarnos cómplice y cobardemente en el ostracismo intimista o en la mudez. Tampoco sirve quedarse en meras denuncias y críticas contra el mundo moderno», valoró.
«Nos quejamos de que no se transmite la fe en las parroquias, en las familias, en los colegios, etc. Pero esta crisis viene precedida de otra, que se puede considerar como su causa: es la crisis de la misma fe. ¿Podemos decir con San Pablo: “Mi vida es Cristo”?», se preguntó el padre Martínez de Toda, especialista en educación para los medios.
«Para transmitir la fe, hay que estar antes lleno de ella. Por eso el primer paso en la nueva evangelización debe ser reforzar la vida de fe, aumentar nuestra fe, hacer crecer nuestro amor a Jesús, seguirlo. De ahí la transmisión vendrá espontánea», aseguró.
«La prioridad de la secularización debe tenerse en cuenta en los estudios de comunicación de una universidad eclesiástica, destinada a fortalecer la nueva evangelización de la sociedad», alentó.
«Los medios de comunicación social ocupan un lugar preeminente en la lucha contra la secularización, precisamente porque actúan en el ámbito público, que es lo que preocupa a los laicistas. El cardenal Paul Poupard en su magnífica conferencia en Hungría en Marzo de este año 2005 sobre la increencia, nos llama a ‘invadir los medios’. En ellos se deben desvelar abiertamente las intenciones de los laicistas, que quisieran silenciar lo religioso. Conviene también sacar la temática religiosa a la calle, al foro público, hacer manifestaciones públicas de fe», sugirió en su charla.
«La educación para los medios ayuda a conocer los medios en todos sus aspectos, a saber defenderse de sus aspectos negativos, a recibir provechosamente sus mensajes y a usarlos creativamente produciendo otros mensajes en beneficio propio y de los demás», dijo el que fuera Director del “Centro Interdisciplinario de Comunicación Social” (CICS) de la Universidad Pontificia Gregoriana (Roma) desde 2001 a 2004.