ROMA, miércoles, 23 noviembre 2005 (ZENIT.org).- Luigi Accattoli, vaticanista del diario italiano «Il Corriere della Sera», recoge en un libro 150 historias de buenas relaciones con el Islam en Italia, convencido de que «la buena convivencia es frecuente pero es raro que alguien la cuente».
«Islam, historias italianas de buena convivencia» ha sido publicado por Ediciones Dehonianas de Bolonia (EDB). El trabajo ha contado con la aportación del Servicio Nacional para el Proyecto Cultural de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI).
«Diría que las historias me venían espontáneamente a las manos –observa Accattoli–: bastaba que yo, al llegar a una ciudad, o a una parroquia de Roma, por ejemplo para una conferencia, preguntara: ¿Conocéis a algún musulmán que vive pacíficamente y se ha integrado bien? La respuesta era inmediata: vaya a esta asociación, hable con este voluntario de Caritas, visite esta librería, etc.».
De ahí a llegar a conocer historias de buena convivencia hay un breve trecho: «Por ejemplo, el descubrimiento de siete musulmanes que estudian en la Universidad Gregoriana, de uno que trabaja en el Vaticano, de otro que es sacristán en una parroquia de Milán, de inmigrantes musulmanes que han llegado a ser dirigentes de Caritas, alcaldes, responsables de departamentos de las ACLI (Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos), etc.», explicó el periodista a Zenit.
«Hay que distinguir cuatro interlocutores islámicos: el Islam que ora, el fundamentalismo islámico, el islamismo político, y el terrorismo islamista», advirtió el periodista.
«Hay que respetar al Islam que ora: representa, según los especialistas, el 85% de todo el Islam. A este es al que me he dirigido preferentemente para buscar mis historias», dijo Accattoli, que trabaja en el «Il Corriere della Sera» desde hace 24 años.
«El fundamentalismo islámico hay que combatirlo –subraya–. Hay que reaccionar políticamente ante el islamismo político, y el terrorismo islamista hay que prevenirlo y reprimirlo, con los servicios de inteligencia y con las armas, pero no con la guerra, que afecta a los pueblos e incrementa el desafío del terror: lo anima, lo exacerba y lo multiplica».
«En el día a día, creo que la mejor reacción al terrorismo islamista es animar a la buena convivencia –observó Accattoli–. Dar a conocer los logros en la convivencia es una variante de esta actitud especialmente adecuada para un periodista como yo».