NUEVA YORK, martes, 10 enero 2006 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha pedido a la comunidad internacional la redacción y adopción de un tratado que regule el tráfico de armas ligeras y de pequeño calibre a nivel mundial.
Esta medida, considera el Vaticano, que exige comprender los motivos de la elevada demanda de estas armas, contribuirá también a combatir el terrorismo.
Así lo expuso el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, este lunes al intervenir ante la sesión del Comité Preparatorio de la Conferencia de la ONU, que tendrá lugar en Nueva York del 26 de junio al 7 de julio de 2006.
El representante del Papa recordó que la adopción en el año 2001 del Programa de Acción para prevenir, combatir, erradicar el tráfico ilícito de armas ligeras y de pequeño calibre en todos sus aspectos «está teniendo importantes repercusiones en la promoción del desarme, la paz y la reconstrucción tras los conflictos, así como en la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado».
Por eso, añadió, la Conferencia que tendrá lugar este año, dijo, se debería «analizar con seriedad la posibilidad de negociar un instrumento legalmente vinculante sobre el tráfico internacional de armas, como un tratado de comercio de armas, basado en los principios básicos del derecho internacional y en particular tanto en los derechos humanos como en el derecho internacional».
Según las Naciones Unidas, hay más de seiscientos millones de armas ligeras y de pequeño calibre en circulación por el mundo. De los 49 conflictos internacionales más importantes en los años noventa, 1947 se combatieron con armas ligeras.
Las armas ligeras son responsables de la muerte de más de medio millón de muertes al año, incluidos más de 300.000 en conflictos armados. Además, este tipo de armas se utilizan para acabar con la vida de 200.000 personas en homicidios y suicidios.
Monseñor Migliore aseguró que el tratado propuesto «debería contribuir a desarraigar el tráfico ilícito de armas y a subrayar la responsabilidad de los estados para reforzar más aún el régimen internacional de armas ligeras y de pequeño calibre».
«Si tenemos en cuenta tanto los costes humanos como su profunda conexión con el proceso de desarrollo sostenible resulta claro que hay que prestar más atención a la reducción de la demanda de armas pequeñas y ligeras».
Ahora bien, para reducir «drásticamente la demanda de este tipo de armas no sólo es necesaria la política sino también una investigación más certera de las dinámicas de los conflictos, del crimen y la violencia».
«Este hecho nos obliga a promover una verdadera cultura de la paz y de la vida entre todos los miembros de la sociedad», aseguró.
Horas antes, ese mismo lunes, Benedicto XVI en su discurso al Cuerpo Diplomático afirmó: «Se puede afirmar, basándose en los datos estadísticos disponibles, que menos de la mitad de las ingentes sumas destinadas globalmente a armamento sería más que suficiente para sacar de manera estable de la indigencia al inmenso ejército de los pobres».