WASHINGTON, lunes, 16 enero 2006 (ZENIT.org).- Un obispo estadounidense con un cargo representativo de todo el episcopado de ese país pidió un diálogo civil nacional que lleve a una transición responsable en Irak, país sacudido por la violencia.
Monseñor Thomas Wenski, presidente de la Comisión de Política Internacional de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, afirmó que este diálogo podría ayudar al país a trazar una línea de acción que tenga en cuenta «las dimensiones morales y humanas de la situación iraquí».
«Nuestro país no puede permitirse un debate estridente y superficial que distorsione la realidad y reduzca las opciones a un enfrentamiento entre el “toma y escapa” y el “resiste hasta el fin” », afirmó el obispo de Orlando, Florida.
«Necesitamos en cambio un debate sincero que empiece con una honesta valoración de la situación en Irak y reconozca tanto los errores realizados como los signos de esperanza que han surgido», añadió.
«Y todavía más importante, una honesta evaluación de nuestras responsabilidades morales ante Irak debería empeñar a nuestro país en una política de transición responsable», añadió el prelado. «Las fuerzas militares de nuestro país deberían permanecer en Irak hasta que se pueda realizar una transición responsable lo antes posible».
La declaración del obispo Wenski, «Hacia una transición responsable en Irak», fue dada a conocer el pasado jueves.
Encrucijada
«La cuestión moral fundamental no es sólo el momento de la retirada estadounidense sino más que nada la naturaleza y el alcance del compromiso estadounidense e internacional que permita una transición responsable hacia la seguridad y la estabilidad del pueblo iraquí», añade el obispo en el documento.
«Nuestro país se encuentra en una encrucijada en Irak –indica–. Hay que evitar dos direcciones que distorsionan la realidad y limitan las respuestas apropiadas. Debemos resistir a un pesimismo que podría llevar a nuestro país a abandonar las responsabilidades morales que aceptó al usar la fuerza, y podría tentarnos a realizar una retirada prematura de Irak, sin considerar las consecuencias morales y humanas».
Por otra parte, «debemos rechazar un optimismo que no reconoce claramente los errores del pasado, unos servicios de inteligencia que han fallado, y los programas inadecuados para Irak, y minimiza los desafíos y los costes humanos que nos esperan».
En este sentido, el obispo Wenski recuerda que «nuestra conferencia episcopal expresó repetidas veces serias preocupaciones morales sobre la intervención militar en Irak y las previsibles e incontrolables consecuencias de una invasión y una ocupación…».
«Al mismo tiempo, nuestro país no puede sólo mirar hacia atrás. La intervención en Irak comporta una serie de responsabilidades morales para ayudar a los iraquíes a dar seguridad y a reconstruir el propio país».
Una transición responsable en Irak significa establecer una serie de puntos de referencia fundamentales, entre ellos «alcanzar niveles adecuados de seguridad; establecer el dominio de la ley; promover la reconstrucción económica para crear razonables niveles de empleo y de oportunidades económicas; apoyar el desarrollo de estructuras políticas para promover la estabilidad, la participación política y el respeto por la libertad religiosa y los derechos fundamentales», considera monseñor Wenski.
Los desafíos clave para una transición responsable citados por el obispo incluyen el terrorismo y la respuesta estadounidense al mismo; la violación de los derechos de las personas que Estados Unidos y las fuerzas iraquíes tienen en custodia; las amenazas a la libertad religiosa y a las minorías religiosas en Irak; las condiciones de los refugiados, y la necesidad de hacer frente a las otras responsabilidades de los Estados Unidos.
Terrorismo
«Nuestra Conferencia condena inequívocamente todos los ataques terroristas, sobre todo aquellos que tienen como objetivo los civiles –subraya el obispo Wenski–. Cuando se requieren respuestas militares tácticas, no debemos olvidar nunca que incluso la batalla más amplia contra el terrorismo, junto a nuestros compromisos morales y nuestros deberes legales fundamentales, exige respeto por los derechos humanos».
«A la luz de los informes profundamente chocantes y continuos relativos a las persistentes violaciones de los derechos humanos de las personas que se encuentran bajo custodia de los militares de Estados Unidos y (…) de las fuerzas iraquíes reconstituidas, nuestra Conferencia Episcopal pide una vez más pasos inmediatos para poner fin a estas violaciones, prevenir episodios futuros y descubrir cómo se producen”, añadió.
Libertad religiosa
El obispo Wenski afirmó que la libertad religiosa es una «libertad fundamental necesaria para una paz justa y duradera en Irak. La plena libertad religiosa para todos y todas las entidades religiosas en Irak contribuiría a la estabilidad y evitaría conflictos sectarios», explicó.
«Sin garantías de libertad religiosa, la capacidad de las entidades religiosas minoritarias de resanar las divisiones sectarias, cosa que a menudo realizaron en el pasado, y de contribuir al renacimiento de un Irak democrático y próspero podría verse minada… Un Irak realmente democrático debe seguir conciliando sus minorías religiosas, sobre todo cristianas».
Refugiados
Por lo que se refiere a los refugiados, el obispo estadounidense afirmó que “la guerra y la continua inestabilidad en Irak han producido un significativo flujo de refugiados del país, sobre todo entre los cristianos y otras minorías religiosas que sufren ataques y discriminaciones”.
El obispo subrayó que el patriarca caldeo Emmanuel-Karim Delly de Baghdad pidió a los gobiernos occidentales que protegieran a los refugiados iraquíes.
«Nuestra conferencia exhorta a Estados Unidos y a la comunidad internacional a que proporcionen una mayor apoyo y una mayor atención a las condiciones de los refugiados iraquíes, y de cuantos piden asilo –dijo–. Seguimos creyendo que la política estadounidense respecto a los refugiados y a los solicitantes de asilo iraquíes es demasiado restrictiva».
Otra responsabilidades estadounidenses
«El costosísimo conflicto en Irak exige un mayor empeño de recursos humanos y financieros pero Irak no puede convertirse en una excusa para ignorar otras necesidades urgentes dentro y fuera, sobre todo nuestras responsabilidades morales con los pobres de nuestro país y de los países en vías de desarrollo –denunció el obispo–. Nuestra Conferencia subraya que la necesidad de proteger a los pobres dentro y fuera es una de las prioridades nacionales».