«En este conflicto mortal, que afecta prioritariamente a las poblaciones civiles, todos saben que ninguna solución para llegar a la a la paz fundada sobre la justicia puede aplicarse con la fuerza de las armas», afirmó el Papa.
El conflicto de Darfur tiene lugar desde 2003 entre los yanyauid, un grupo de milicianos formados por miembros de las tribus de los abbala (criadores de camellos de etnia árabe) y los pueblos no baggara, principalmente agricultores. La inmensa mayoría de la población de Darfur, en los dos bandos, es musulmana.
No existe acuerdo en cuanto al número de muertes producidas por el conflicto. Generalmente se considera creíble la cifra de 400.000 víctimas dada por la organización no gubernamental Coalición para la Justicia Internacional, que ha sido también implícitamente dada por válida por la ONU. Se cree que más de dos millones de personas se han visto desplazadas de sus hogares a causa del conflicto.
Para el Papa, la solución del conflicto en Sudán pasa «por la cultura del diálogo y la negociación para alcanzar una solución política del conflicto, en el respeto de las minorías culturales, étnicas y religiosas».
«Nunca es demasiado tarde para tomar con valentía las decisiones necesarias y en ocasiones exigentes destinadas a acabar con una situación de crisis, a condición de que todas las partes se impliquen sinceramente y con determinación en su resolución y de que las declaraciones de principio estén acompañadas por aplicaciones constructivas, en particular sobre las disposiciones humanitarias urgentes que hay que promover».
«Por tanto, hago un llamamiento a todas las personas que tienen responsabilidad en esta cuestión para que continúen sus esfuerzos y tomen las decisiones que se imponen», concluyó el Papa.