ROMA, miércoles, 20 junio 2007 (ZENIT.org).- El Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC) acaba de publicar un nuevo libro del doctor Guzmán Carriquiry, «¿Qué espera el pontificado de Benedicto XVI de los hispanos? Misión de los hispanos en los Estados Unidos a la luz de la catolicidad».

Este libro es el fruto de muchos estudios condensados en las conferencias pronunciadas por el subsecretario del Consejo Pontificio para los Laicos a un grupo selecto de líderes hispanos comprometidos en la vida política y en los negocios, en ocasión de un encuentro promovido en Denver, en agosto de 2006.

En sintonía con diversas declaraciones del Episcopado católico de los Estados Unidos, Carriquiry afronta la presencia creciente y multifacética de los hispanos en los distintos ámbitos de la sociedad norteamericana, considerándola una «bendición de Dios» y un «recurso profético» para la misma vida y destino del país así como para la catolicidad entera.

La visión de Carriquiry, de origen Uruguayo, choca con la de Samuel Huntington, autor de «El Choque de civilizaciones», cuando la presenta como «amenaza» con la de Pat Buchanan, político conservador estadounidense, cuando se refiere a ella como «invasión» barbárica.

La tesis de Carriquiry es que esta presencia cada vez de mayor influencia, involucrada en la «profunda e imprevisible realineación cultural que vivirá esta nación en las próximas décadas», es «una sorpresa inaudita del designio providencial de Dios, que se sirve de un complejo de ‘causas segundas’, como las que llevaron y siguen llevando a millones de latinoamericanos a emigrar a los Estados Unidos».

Es un don «para dar renovado vigor, para reconstruir y revitalizar, en una más completa síntesis católica, la presencia y misión de la Iglesia en ese país» y dar así más completa respuesta «a las evidencias y exigencias de libertad, de regeneración moral y espiritual, de felicidad, que movieron a los ‘padres peregrinos’, a los ‘padres fundadores’, a los pioneros, a las multitudes de inmigrantes, en fin, a todos los seguidores y constructores del ‘sueño americano’».

En una nota enviada a Zenit, el autor no oculta las dificultades y obstáculos que se plantean hoy día a esa presencia hispana, no obstante la proverbial generosidad de acogida de una nación hecha en gran medida por periódicas, masivas y diversificadas olas de inmigración.

Entre ellas, Carriquiry examina las siguientes: la persistente vigencia de la «leyenda negra» sobre América Latina y sus gentes, el arraigado prejuicio anti-católico, la ideología de la presunta incompatibilidad católica con el credo americano, las tenazas entre la «protestantización», el secularismo y la ideología del multiculturalismo.

El autor propone a los hispanos ser conscientes y responsables de su tradición católica, conjugando la que traen consigo desde el barroco popular latinoamericano con la propagada en Florida y Sudeste de los Estados Unidos, que, por otros caminos, arraigó en Maryland, creció por la incorporación de católicos inmigrantes de los más diversos pueblos y naciones, fue templada por persecuciones y hostigamientos, conoció muchos frutos de santidad y caridad y se expresa hoy en la Iglesia con el mayor número de fieles en los Estados Unidos.

Para ello, se requiere «invertir» mucho más en la nueva evangelización y catequesis de los hispanos y en la formación de sus líderes, dentro de los nuevos contextos de vida y cultura, considera el subsecretario del Consejo vaticano.

El libro afronta las políticas de inmigración que se están debatiendo actualmente en los Estados Unidos, pero destaca que los hispanos tienen que hacerse cargo también de muchos otros aspectos de la vida nacional, como los referentes a la cultura de la vida y la familia, a la educación y al trabajo, a la formación del capital humano, a la participación política en el cuadro de una gran tradición democrático-liberal que requiere sólidos fundamentos, a la responsabilidad solidaria a niveles hemisféricos y mundiales.

Si la «pastoral hispana» ha sido y seguirá siendo necesaria y conveniente, doctor Carriquiry destaca que no puede considerarse come un «nicho eclesial» entre otros, donde diversas «comunidades etno-católicas cohabitarían en coexistencia pacífica e incluso con espíritu cordial pero sin mayores interferencias».

Por eso recuerda el discurso de Juan Pablo II en Los Ángeles: «Hoy en la Iglesia de Los Ángeles Cristo es inglés y español, Cristo es chino y es negro, Cristo es vietnamita e irlandés, Cristo es coreano e italiano, Cristo es japonés y filipino, Cristo es nativo de América, de Croacia, de Samoa y de muchos otros grupos étnicos” ¡Es el “único Cristo resucitado, el único Señor y Salvador”, y la Iglesia “el único Cuerpo de Cristo».

«¿Acaso en ese acontecimiento --concluye el doctor Carriquiry en su declaración enviada a Zenit-- no se realiza ya como certeza y promesa el lema que está en la fundación misma de los Estados Unidos: e “pluribus unum”?»