VENECIA, miércoles, 27 junio 2007 (ZENIT.org).- Turquía muestra un perfil que oscila entre el riesgo de una deriva hacia un Estado islámico «a la iraní» y un fundamentalismo laico que omite a las minorías.
Es la voz de alarma que se desprende de «Oasis» (edición de junio 2007), revista promovida por el cardenal Angelo Scola -patriarca de Venecia- y realizada gracias a un comité científico internacional que se ocupa, principalmente, de países musulmanes y se orienta a apoyar a las minorías cristianas en estos Estados, manteniendo abierto el diálogo con el Islam.
Entre los artículos de la revista, figura el del arzobispo de Esmirna, monseñor Ruggero Franceschini, quien denuncia las semillas de violencia presentes en la sociedad turca y advierte de que detrás de actos de este tipo y asesinatos de cristianos cometidos en Turquía existe «una cultura de exaltación de la raza y una falsa concepción de la laicidad».
Si se estuviera verdaderamente ante «laicos», «deberían respetar en las escuelas a cualquiera que fuera de credo diferente -ejemplifica-. En cambio, nos hallamos frente a largos años de enseñanza escolar que exalta sólo el valor de Turquía, no el histórico o paisajístico, sino el valor de las conquistas militares y de una doctrina coránica enseñada obligatoriamente, en todas las escuelas, y muy frecuentemente por personas no preparadas».
De acuerdo con el prelado, «el empeño mayor de los docentes es negar la realidad del cristianismo, o disminuir su valor», tratando el Evangelio como «un relato inventado».
Mientras, «los medios de comunicación en Europa están poco informados de este trasfondo de adoctrinamiento «prolongado en el tiempo» de odio, de violencia, de contraposición, que puede explotar en cualquier momento, al no haber reglas comunes, tampoco en Derecho Civil ni Penal», alerta.
Y «no es en absoluto cierto que exista sólo un 1% de razas y religiones diferentes» -añade-; «muchos mantienen oculta su pertenencia religiosa y su etnia, aceptando que figure en su documento de identidad la especificación: «turco-musulmano»», mientras que «sólo los más valientes no esconden su identidad».
Monseñor Franceschini aclara igualmente: «Se podría en parte admitir que los violentos y fundamentalistas son sólo minorías, pero hay que tener presente que tales minorías son los instrumentos de una multitud mucho más amplia».
En cuanto a la cuestión del eventual ingreso del país en la Unión Europea, se necesitará proporcionar mayores garantías para la protección de los derechos de las minorías religiosas. «Si no se respetan escrupulosamente las reglas de entrada de Turquía en Europa, la propia Europa sufrirá daños gravísimos bajo el aspecto de la convivencia y del respeto religioso recíproco», manifiesta.
En esta edición de «Oasis» también escribe Mustafa Akyol -musulmán, editorialista de «Turkish Daily News»-, quien saca a la luz el peligro de que esta laicidad del Estado pueda degenerar en una especie de fundamentalismo laicista.
En su opinión, «la autoproclamada laicidad de Turquía, una versión mucho más radical que el sistema francés», es un ejemplo de cómo un fundamentalismo laico puede constituir una amenaza para la democracia, la libertad y la seguridad igual que el fundamentalismo islámico.
Compara que «el modelo americano de laicidad garantiza la libertad religiosa individual»; «el modelo turco, en cambio, garantiza el derecho del Estado de dominar la religión y suprimir su práctica de la forma que considere necesario».
«Ello procede del culto del Estado como un fin en sí mismo, una entidad por la cual todos los demás valores pueden y deben ser sacrificados -explica-. Entremezclada con esto existe la hostilidad que la élite laicista turca experimenta hacia la religión en general».
A su vez, de ahí deriva la concepción según la cual «el poder político debe permanecer en las manos de la élite laicista. Así -prosigue-, la «república laica» significa la «república de los laicos», no la república de todos los ciudadanos».