CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 19 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Con una intervención sin precedentes en la historia, el patriarca ecuménico de Constantinopla hizo tocar la Palabra de Dios a Benedicto XVI y al Sínodo de los Obispos.

"Tocar y compartir la Palabra de Dios" fue, de hecho, uno de los tres pasajes de la intervención que pronunció Su Santidad Bartolomé I, en la Capilla Sixtina, en la tarde de este sábado, durante una celebración de la Palabra, en la que se rezó en latín y griego.

El patriarca, que se encontraba a la derecha de la asamblea sinodal, formada por algo más de 400 cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos, y laicos, fue introducido con palabras muy afectuosas de Benedicto XVI, quien se encontraba a la izquierda de los presentes.

A sus espaldas se encontraba el Juicio Final de Miguel Ángel.

El primer patriarca ecuménico que es invitado a intervenir en el Sínodo de los Obispos de la Iglesia católica era consciente de que se trataba de un nuevo paso en el camino ecuménico.

"Vemos este gesto como una manifestación de la obra del Espíritu Santo que está llevando a nuestras iglesias a una relación mutua más cercana y profunda, un paso importante hacia la restauración de nuestra comunión plena", reconoció hablando en inglés.

Al Sínodo, que está reflexionando del 5 al 26 de octubre sobre "La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia", Bartolomé I presentó una meditación en la que recogió la riqueza contemplativa de la tradición oriental del cristianismo.

Sentado en un trono como el del Papa, con sus vestiduras de color negro, ofreció tres puntos de meditación, que comenzaron explicando cómo "escuchar y predicar la Palabra a través de la Escritura".

"La Iglesia cristiana es, ante todo, una Iglesia de la Escritura. Si bien los métodos de interpretación han podido variar en los padres de la Iglesia, o según escuelas o entre Oriente y Occidente; sin embargo, la Escritura siempre es recibida como una realidad viva, y no como un libro muerto", explicó.

En segundo lugar, explicó cómo "ver la Palabra de Dios", en particular a través "la belleza de los iconos y de la naturaleza".

"Toda pincelada de un iconógrafo --así como toda palabra de una definición teológica, de toda nota cantada en la salmodia, y de toda piedra tallada de una pequeña capilla o de una grandiosa catedral-- articula la divina Palabra en la creación, que alaba a Dios en todo ser viviente".

En tercer lugar explicó cómo "tocar y compartir la Palabra de Dios", en particular, a través de la Comunión de los Santos y de los sacramentos.

"La Palabra de Dios se encarna plenamente en la creación, ante todo, en el sacramento de la santa Eucaristía. En él la Palabra se hace carne y no sólo nos permite escucharle sino incluso tocarle con nuestras propias manos", explicó.

"En la santa Eucaristía la Palabra escuchada es al mismo tiempo vista y compartida", aseguró, con palabras que concluían una celebración animada por el canto gregoriano.

Según el patriarca, "el desafío que tenemos es el discernimiento de la Palabra de Dios ante el mal, la transfiguración del último detalle o fragmento de este mundo a luz de la Resurrección".

 

El Papa agradeció después en italiano las palabras del patriarca, y le aseguró que serían motivo de trabajo y reflexión para el Sínodo.