CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 26 abril 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI proclamó este domingo a cinco nuevos santos, cuatro italianos y un portugués, modelos para una «sociedad desorientada y muchas veces herida», en los que puede encontrar inspiración incluso para superar la crisis económica.
Al repasar sus biografías, durante la celebración eucarística que presidió en una plaza de San Pedro del Vaticano prácticamente llena de fieles, el Papa invitó a «liberar a Dios de las prisiones en las cuales lo han confinado los hombres.».
Los nuevos santos son todos religiosos y todos menos uno han fundado congregaciones religiosas, se trata de Nuno de Santa María Álvares Pereira (1360-1431), héroe nacional portugués.
Arcangelo Tadini
Al evocar en la homilía, pronunciada en italiano y portugués, la vida de san Arcangelo Tadini (1846-1912), sacerdote de Brescia, mostró las iniciativas que impulsó a la luz del amor por Jesús, presente en la Eucaristía, para resolver las graves situaciones creadas por la crisis económica de su época, motivos de inspiración para la actual.
«Asumió por este motivo muchas iniciativas concretas y valientes, como al organización de la Sociedad Obrera Católica del Mutuo Socorro, la construcción de la fábrica hilandera, de la casa de asistencia para obreras, y la fundación, en 1900, de la Congregación de las Hermanas Operarias de la Santa Casa de Nazaret, con el objetivo de evangelizar el mundo del trabajo, compartiendo el cansancio y siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret».
«Cuán profética fue la intuición carismática de don Tadini y cuán actual permanece hoy su ejemplo, en una época de grave crisis económica. Él nos recuerda que sólo cultivando una constante y profunda relación con el Señor, especialmente en el Sacramento de la Eucaristía, podemos ser capaces de brindar la levadura del Evangelio a las diferentes actividades laborales y a cada ámbito de nuestra sociedad», constató el Papa.
Bernardo Tolomei
Luego evocó la figura de Bernardo Tolomei (1272-1348), abad, fundador de la Congregación de Santa María del Monte Oliveto de la Orden de San Benito, a quien el Papa presentó como «auténtico mártir de la caridad», pues falleció por atender a los monjes que habían contríado la grande peste del 1348.
«El ejemplo de este santo es para nosotros una invitación a traducir nuestra fe en una vida dedicada a Dios en la oración y total entrega al servicio del prójimo, con el impulso de una caridad dispuesta incluso al sacrificio supremo», afirmó el Papa.
Nuno de Santa Maria
Entre los nuevos santos también se encuentra Nuno de Santa María (1360-1431), condestable, es decir, jefe del ejército portugués, que dirigió varias victorias contra los castellanos. Tras la muerte de su esposa, entregó sus bienes y entró en un convento de carmelitas que él mismo había fundado. Como religioso se dedicó totalmente a la asistencia de los pobres y para ellos organizó la distribución diaria de comida.
El Papa presentó a toda la Iglesia «esta figura ejemplar, marcada por una vida de fe y de oración en contextos aparentemente poco favorables a la misma, prueba de que en cualquier situación –incluso de carácter militar o bélico– es posible actuar y realizar los valores y principios de vida cristiana».
Gertrude Comensoli
Al recordara a la nueva santa Gertrude Comensoli (1847-1903) el Papa explicó que fundó el Instituto de las Hermanas del Santísimo Sacramento «para traducir la ‘caridad contemplada’ en el Cristo Eucarístico, en ‘caridad vivida’, dedicándose al prójimo necesitado».
«En una sociedad desorientada y muchas veces herida, como la nuestra, santa Gertrude indica como punto firme de referencia el Dios que en la Eucaristía se hizo nuestro compañero de viaje a una juventud como la de nuestros tiempos, en búsqueda de valores y de sentido para la existencia», afirmó el Papa.
Caterina Volpicelli
Por último, el Papa presentó el modelo de santa Caterina Volpicelli, fundadora de la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón, «quien se esforzó por ‘ser de Cristo, para llevar a Cristo’ a cuantos encontró en Nápoles a finales del siglo XIX, en un tiempo de crisis espiritual y social».
El Papa constató, al recoger su herencia espiritual, que para para ser auténticos educadores de la fe y transmitir a «las nuevas generaciones los valores de la cultura cristiana, es indispensable, como le gustaba repetir, liberar a Dios de las prisiones en las cuales lo han confinado los hombres».
Según el Papa, santa Caterina muestra hoy «el camino exigente de una conversión que cambie de raíz el corazón, y se traduzca en acciones coherentes con el Evangelio».
«Es posible así poner las bases para construir una sociedad abierta a la justicia y a la solidaridad, superando ese desequilibrio económico y cultural que todavía permanece en gran parte de nuestro planeta», concluyó.
Al concluir la celebración, antes de rezar el Regina Coeli, el Papa deseó a cada uno de los peregrinos llegados a Roma para participar en la canonización de los nuevos santos que esta canonización les ayude «cada uno a ‘correr’ con más alegría y empuje hacia ‘la meta’ final, hacia ‘el premio que Dios nos llama a recibir desde lo alto en Cristo Jesús'».
Por Jesús Colina