Cambiados por la guerra

Relatos de horror y heroísmo de supervivientes de la II Guerra Mundial

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Por Edward Pentin
ROMA, lunes, 15 marzo 2010 (ZENIT.org).- El italoamericano Donato De Simone sabe bien lo que es ser un niño atrapado en los horrores de la guerra. Acaba de escribir un libro en el que recuerda a los héroes que salvaron a miles de judíos de la persecución nazi y la implicación de la Iglesia en esta obra salvadora.

Nacido en 1932 en Fossacesia, una pequeña ciudad de la costa adriática italiana, sufrió el trauma de esquivar a los nazis, las bombas y el hambre durante una de las grandes batallas de la II Guerra Mundial. Vió morir a muchos amigos, incluyendo a su profesor favorito, asesinado durante el periodo de la evacuación de Italia en 1943. Luego, habiendo sobrevivido a la guerra, perdió a su madre que murió por complicaciones del parto en 1948.

“La II Guerra Mundial arrojó sobre mí todo lo que tenía en su arsenal –afirma–. Sobreviví a ella pero me cambió de manera fundamental”.

Ahora, con 78 años, recientemente reunió todas estas experiencias y las registró en un libro fascinante llamado Suffer the Children (Sufren los niños). En él, ofrece una narración muy humana, y que vale la pena leer, de aquellos tiempos traumáticos, escrito porque cree firmemente que “una página de la historia no aprendida está condenada a repetirse”.

Pero no se extiende demasiado en los horrores de la guerra; también detalla los muchos actos de heroísmo que tuvieron lugar en Italia tanto en su propia familia como especialmente en el clero que salvó a judíos. Como en el libro de Elizabeth Bettina, It Happened in Italy (Sucedió en Italia), del que escribí aquí el año pasado, De Simone ha escrito unn testimonio de todos aquellos actos de heroísmo desinteresado que hizo de Italia probablemente el mejor lugar para que los judíos en tiempo de guerra escaparan a la captura nazi.

Su recolección es sugerente y llena de buen humor. Narra, por ejemplo, la reacción muy humana de su abuela cuando dijeron a sus familiares si habría personas viviendo arriba en su casa. “¿Estás loco?”, replicó. “Todos los hombres están lejos ¿y vamos a tener extranjeros viviendo con nosotros? Diles que no”.

“Por supuesto lo hice –respondió su madre–. Pero monseñor Tozzi [su párroco] dijo: ‘Imagina que Jesús llama a tu puerta pidiendo hospitalidad. ¿Le cerrarás la puerta en la cara?’ Con esto, no tuve otra elección que ceder dos habitaciones. Pero insistí en que deberíamos alojar sólo a mujeres y niños”.

Una semana después, cuenta De Simone, se alegró cuando “Jesús llegó” en la forma de “cuatro espléndidas chicas rubias”. Pero detectó algo diferente y extraño en ellas: no hablaban italiano y su cabello rubio no era como el de otras chicas de la ciudad. Cuando investigó para su libro en los años 90 descubrió que su familia había dado refugio a dos familias judías durante siete meses cada una, y que había 214 refugiados en su pequeña ciudad.

Cree que eran probablemente refugiados rescatados gracias a los extraordinarios esfuerzos de Giovanni Palatucci, un policía de Fiume. En 1939, Palatucci, interceptó un barco griego que zarpaba en el mar Adriático con 800 judíos a bordo que estaban a punto de ser entregados a los nazis. Los llevó a Abbazia donde el obispo local, Isidor Sain, los colocó en iglesias, conventos y monasterios antes de transferirlos al tío de Palatucci, el obispo Giuseppe Maria Palatucci de Campagna. Todos ellos escaparon a la captura y acabaron en Israel después de 1948. En total, se calcula que Palatucci salvó la vida a seis mil judíos, pero él mismo murió en Dachau el 10 de febrero de 1945.

De Simone también incluye una interesante carta de Rodolfo Grani, escrita en 1952 y publicada en un periódico israelí. Grani, un judío de Fiume que ayudó a Palatucci en el rescate de 1939, hace una fuerte defensa del papa Pío XII que, incluso entonces, era objeto de críticas de algunos judíos por su historial de guerra. Pío XII, recordó, “hizo todo lo que pudo para salvar los más judíos posibles” y cuando los nazis incrementaron su campaña contra los judíos italianos en 1943, “movilizó a toda la fuerza clerical del Vaticano”. Pero más significativamente, Grani dice que Pío XII dió a los obispos Palatucci y Sain pleno respaldo para el rescate de 800 judíos del barco del Adriático. De Simone cree que en aquellos días “ningún clérigo, desde un cardenal hasta un campanero, hizo un movimiento sin el conocimiento y la aprobación del Papa”. La Iglesia, dijo “arriesgó hasta el cuello” por ayudar a salvar judíos.

“Sufren los niños” es un inestimable registro de los horrores de la guerra, cuyo autor espera sea muy instructivo para los jóvenes. Su recolección de heroísmo personal, que sería también una emocionante película de Hollywood, es a la vez altamente edificante e inspiradora.

“El heroísmo nunca se planifica –explica De Simone–, sino que nace de la necesidad inmediata e inesperada del momento”.

”Ví muchos héroes en aquellos días –recuerda–, y aunque parezca raro, eran todos italianos”.

Traducido del inglés por Nieves San Martín


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ZENIT Staff

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