KINGSTON, domingo 21 de marzo de 2010 (ZENIT.org). – El fundador de una nueva orden monástica internacional dedicada a servir a los más pobres de los pobres afirma que esta vocación es una fuente de alegría para muchas personas.
Con inicio en 1981, por el padre Richard Ho Lung, los Misioneros de los Pobres suman actualmente 550 religiosos, hermanos y sacerdotes, que trabajan en Jamaica (donde la orden fue fundada y mantiene su casa general), India, Filipinas, Haití, Uganda, Kenia y Estados Unidos.
El padre Ho Lung, que originalmente se educó y fue ordenado en la orden jesuita, sintió una llamada diferente cuando se aventuró en los tugurios que rodeaban la parroquia de la que era pastor en Jamaica. En aquel momento decidió dedicarse exclusivamente a construir una familia y una comunidad entre los pobres y los desfavorecidos a través de una nueva orden religiosa.
En esta entrevista dada al programa de televisión Dios llora en la Tierra, de la Catholic Radio and Television Network (CRTN) en cooperación con Ayuda a la Iglesia Necesitada, el sacerdote habla sobre su llamada a servir a los pobres, la alegría que experimenta dentro de su orden, y las esperanzas que abriga para el futuro.
– ¿Cómo fue esta llamada; fue una decisión fácil para usted?
Padre Ho Lung: Esta era tanto la realidad de los sin caso como la de los indigentes, los parias de Jamaica. Y hubo un terrible incidente en el que 155 mujeres, en el que señoras ancianas murieron quemadas en un edificio desahuciado perteneciente al gobierno de Jamaica.
Esto revolvió mi conciencia. Fue una tragedia terrible.
Después de aquello, mientras enseñaba en la Universidad de las Indias Occidentales, en Jamaica, me precipité en la oración, y en la figura de Cristo, trabajando (…) con las personas más pobres y las más olvidadas que llamaban a mi conciencia.
Comencé a hacerme preguntas; era el Señor quien las hacía: “¿Vas a ser de verdad un auténtico cristiano o no? Y, ¿vas a ser un auténtico sacerdote o no?”.
– ¿Esas preguntas han debido ser un proceso terrible?
Padre Ho Lung: Sí, es como Jacob luchando con los ángeles. Y, por supuesto, venció el Señor.
Fue una época de mucha exigencia espiritual y (aún así también) la mejor de las épocas.
En ocasiones peleaba con el Señor y le preguntaba: “¿Cómo puedes ser tan contradictorio?”. En primer lugar, hacer que haga todos esos estudios y luego, para revocar su decisión según parece, llamarme a trabajar con los más pobres y en las más difíciles situaciones en las que parece que no tengo nada que hacer con mi intelecto. Pero me di cuenta de muchas formas que enfrentarse a los problemas de los más pobres requería, de hecho, cada parte de lo que había aprendido y, así, los jesuitas fueron verdaderamente una preparación para mi vocación (como fundador de) los Misioneros de los Pobres.
– ¿Siempre ha tenido un corazón para los pobres? ¿Qué es lo que actúa dentro de usted? ¿En qué momento dijo de verdad: “esto es lo que me siento llamado a hacer”?
Padre Ho Lung: Creo que mi padre, que es chino y vino del Extremo Oriente, al casarse con mi madre, implantó en nosotros una gran atención por las necesidades de los pobres.
No dejaba de repetirnos: “Acordaos que tú eres pobre. Recuerda que yo soy el pobre y recuerda a las personas más pobres”. Nos hacía tener en mente que la gente en Jamaica, aunque era pobre, eran de las mejores personas, y sin los pobres que venían a nuestro hogar y a la pequeña tienda de alimentación que teníamos, nos recordaba que no estaríamos vivos.
Por lo que decía: “Da siempre las gracias y sea lo que sea lo que hagas en la vida no olvides a los pobres, dondequiera que estés”.
Aquello fue el principio, incluso antes de que yo me hiciera católico.
– Padre Richard, usted escogió el lema: “Servicio Alegre con Cristo en la Cruz”. ¿Por qué eligió este lema para los Misioneros de los Pobres?
Padre Ho Lung: Una vez que comenzó la comunidad, noté un fenómeno muy extraño.
Los hermanos cada día trabajarían con las personas más pobres, haciendo las labores más simples, bañar a las personas, cocinar para la gente, afeitar, cortar el pelo, y no sólo eso sino barrer todo al final del día. Incluso aunque podamos encontrarnos con personas que mueren de sida, aunque nos encontremos con gente enferma de cabeza, o leprosos, volvían cada día llenos de alegría.
Y pensé que esto era muy misterioso porque, por un lado, ponemos de relieve que trabajar con los pobres es levantar la cruz de Cristo.
Y sin embargo ellos eran tan felices al final del día que adoptamos el lema: “Servicio Alegre con Cristo en la Cruz”.
– Padre, ¿cuál diría que es su mayor alegría en esta labor?
Padre Ho Lung: Saber que somos uno con Cristo, mente y corazón, y saber también que vivimos de los sacramentos, y de la Palabra de Dios.
Ese sentido de la proximidad e intimidad con Dios es grande.
Y luego, cuando miro estas jóvenes y hermosas vocaciones y veo su enorme alegría y entusiasmo y franqueza, y felicidad, en gente joven incluso hasta el momento de la muerte; están preparados para entregar sus vidas; nada puede satisfacerme tanto como esto.
– ¿Cuál sería su mayor sufrimiento en esta labor?
Padre Ho Lung: Nuestro sufrimiento más grande fue cuando dos de nuestros hermanos fueron asesinados.
Sí, los mataron en Kingston, precisamente en el corazón del gueto y de noche de forma muy misteriosa.
Toda la zona estaba muy silenciosa y con un disparo dos de nuestros hermanos fueron asesinados. Para mí y para la comunidad fue una tristeza amarga.
– ¿Encontró sentido a estos asesinatos?
Padre Ho Lung: En primer lugar la muerte de los hermanos demostró el enorme compromiso que tienen los jóvenes.
Nadie se fue y, de hecho, nuestra sociedad ha crecido, y verdaderamente mucho, desde la muerte de nuestros hermanos.
Y el verdadero significado de la cruz de Cristo y de apurar la copa del sufrimiento se hizo muy profundo en los corazones y en las mentes de los hermanos.
Tuvieron que pasar por un gran discernimiento y comprensión de que esto es serio. Lo que significa tanto su vida como posiblemente su muerte, pero logramos seguir con la gente.
El impacto en la isla – que no es católica – ha sido enorme en cada una de sus esquinas. Hubo un sentido muy profundo de la tragedia de la vida moderna del gueto en Jamaica.
– Padre, ¿cuáles son ahora sus necesidades? ¿Cuáles son sus planes? ¿Cuáles son sus esperanzas?
Padre Ho Lung: Se está presionando para que se legalice el aborto en Jamaica, lo que es una gran ofensa al Señor.
Atravesando los guetos, los hermanos se encontraron de repente dos bolsas de plástico, y en las bolsas de plástico dos bebés que habían sido asesinados.
Los hermanos vinieron a mí y me dijeron: “Padre, sabemos lo que usted siempre nos ha enseñado sobre el problema del aborto, que es el más cruel y el más terrible de los crímenes. Es necesario que comencemos un hogar para madres no casadas, mujeres que abortarían, otro hogar para niños pequeños como una opción para las mujeres que de otra forma matarían a sus hijos”.
Y tras la oración decidimos, como comunidad, que abriríamos un hogar.
Muchas de ellas no están casadas, por supuesto, y cada día pueden dejar sus bebés con nosotros. Puede ir a trabajar en vez de perder sus trabajos, recoger a sus bebés y volver a casa después.
Pero también querríamos tener misa, una evangelización en el mismo edificio el sábado y el domingo de manera que la gente pueda llegar a Cristo y a la Iglesia.
También nos gustaría tener una clínica prenatal para que las mujeres que estén pensando en abortar vengan a nosotros y puedan tener una
prueba de ultrasonidos en la que puedan ver al bebé y se convenzan. Les preguntaríamos si quieren usar nuestro centro de cuidado de día o si desean dejarnos a sus bebés para que sean adoptados, nosotros les daríamos una solución.
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Esta entrevista fue realizada por Mark Ridermann para “Dios llora en la Tierra”, un programa semanal radiotelevisivo producido por la Catholic Radio and Television Network (CRTN) en cooperación con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Más información en www.ain-es.org, www.aischile.cl