ROMA, lunes 20 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- “Muchas personas están ansiosas y asustadas por el futuro, que ven incierto e inestable”.

Lo reconoce el presidente del Consejo para los agentes de la salud, monseñor Zygmunt Zimowski, en un mensaje enviado con motivo del encuentro La capellanía en el futuro: dar y recibir, organizado en Londres por la Red europea de capellanías sanitarias, una organización de carácter interconfesional que reúne 46 capellanías que operan en 29 países.

“Para los que estamos implicados en la pastoral sanitaria -se lee en el mensaje, según informó Radio Vaticano-, constituye un desafío continuar en el ministerio de asistir a las necesidades espirituales de los que sufren en una sociedad cada vez más secularizada, plural, relativista y a menudo hostil y agresiva frente a la fe y a los valores religiosos”.

El prelado ha querido recordar las palabras pronunciadas por Benedicto XVI en la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma con motivo de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo.

“La Iglesia es joven y abierta al futuro -dijo entonces el Papa-, la Iglesia es una inmensa fuerza de renovación en el mundo, no por su propia fuerza, por supuesto, sino por el poder del Evangelio, en el que aletea el Espíritu de Dios, creador y Redentor del mundo”.

En esa ocasión, el Papa enumeró entre los desafíos del mundo de hoy, el histórico, el social y sobre todo el espiritual, y mostró que, además del hambre física, hay otro hambre que no puede saciarse con alimento material, “un hambre más profunda que sólo Dios puede satisfacer”.

“La humanidad del tercer milenio quiere una vida plena, auténtica, necesita verdad, libertad profunda, amor dado gratuitamente -concluyó el Pontífice-. También en el desierto del mundo secularizado, el alma del hombre tiene sed de Dios, del Dios vivo”.

Monseñor Zimowski destacó que, desde sus orígenes, la misión de la Iglesia ha sido la de cuidar de los hombres física y espiritualmente, como enseñaba Jesús, que envió a sus apóstoles por el mundo a curar las enfermedades del cuerpo y del alma.

El prelado, finalmente, quiso expresar su cercanía a las capellanías de Europa, especialmente a las agrupadas en la red europea, cuyo coordinador, el reverendo Stavros Kofinas, fue recibido por monseñor Zimowski, quien le entregó la Medalla del Buen Samaritano, prestigioso reconocimiento del Consejo Pontificio para los agentes de la salud.