ROMA, martes 5 de abril de 2011 (ZENIT.org).- El proceso de canonización de Karol Wojtyla ha cumplido con todos los requisitos canónicos que se exigen en cualquier proceso de este tipo. La única dispensa que hubo fue la de no esperar cinco años para su introducción.
La clave está en que el milagro necesario para la beatificación se produjo casi en seguida, a los pocos meses de fallecer el papa.
Así lo explica monseñor Slawomir Oder, postulador de la causa de beatificación de Juan Pablo II, en esta entrevista a ZENIT, quien describe el proceso como una “bellísima aventura” personal.
La segunda parte se publicará en el servicio de mañana miércoles.
– ¿De qué modo usted, como sacerdote, ha vivido este proceso? ¿Ha sido una cruz, una alegría, lo ha cambiado, Qué ha pasado?
Monseñor Oder: En la perspectiva de la Pascua, la cruz es siempre el preludio de la alegría. En otro sitio no hay verdadera alegría, como nos enseña la transfiguración de Jesús, sin pasar a través de la cruz. El encargo que se me encomendó tenía sus aspectos pascuales, aunque sólo fuese porque se superpuso el trabajo que desarrollo habitualmente como vicario judicial, a la actividad pastoral que llevo adelante como rector de una iglesia romana. Por esto, se juntaron tantas cosas que en estos cinco años han ocupado mi día a día. Y además, también el mismo proceso, presentaba algunos elementos que implicaban un gran esfuerzo, una gran implicación, incluso a nivel emotivo. Por esto, no me han faltado momentos de dificultad.
– Todos dan por hecho que Juan Pablo II sea un santo, y por tanto parece todo un poco ‘descontado’… “santo súbito”etc… así el proceso de canonización parecía casi un paseo. Sin embargo, el Papa ha dicho: no, no santo súbito; sigamos el proceso normal. A pesar de esto, la gente está un poco confusa, porque también se ha dicho que hay una vía preferente y que los tiempos se han apresurado. ¿Se ha tratado, por tanto, de un proceso normal?
Monseñor Oder: Absolutamente, sí. La única dispensa que se obtuvo para este proceso es la dispensa de los cinco años de espera para la apertura del mismo. Pero el proceso mismo se ha desarrollado, absolutamente, cumpliendo las normas canónicas. Con todos los criterios que han existido para otros procesos canónicos. Por esto no ha habido una verdadera dispensa, un vía preferente, en este sentido. Sin embargo, lo que podemos decir es que la praxis de la Congregación es la de llevar adelante las causas que más allá de la heroicidad de las virtudes, tiene ya el milagro, que son dos procesos distintos. Normalmente en la Congregación, el proceso se desarrolla de la siguiente manera: se realiza la investigación diocesana, se tramita la documentación a la Congregación para las causas de los Santos, donde se prepara la positio, para ser luego sometida a la discusión de los teólogos y de los cardenales. Y la positio espera porque es necesario un milagro.
La positio fue llevada hacia adelante e inmediatamente sometida a la discusión de los teólogos y los cardenales porque el milagro que debía acreditar la causa sucedió muy rápido, y el proceso sobre el milagro fue depositado en la Congregación para las Causas de los Santos, el día antes del proceso sobre las virtudes y esto, de alguna manera, ha facilitado la posibilidad de seguir hacia delante.
– ¿Cuánto tiempo pasó desde la muerte de Juan Pablo II hasta la presentación del milagro?
Monseñor Oder: El milagro, reconocido como tal, sucedió en julio del mismo año.
– ¿Y cuánto tiempo pasó hasta ser reconocido?
Monseñor Oder: Nosotros concluimos el proceso en el 2007, y el del milagro fue presentado un día antes de la clausura de la investigación diocesana sobre las virtudes. Así que hablamos de junio de 2007.
– ¿Se presentaron otros milagros?
Monseñor Oder: Ha habido muchas gracias y otros presuntos milagros. De estos, algunos han sido investigados, porque es la práctica habitual. Antes de realizar un estudio sobre el milagro, se hace un estudio previo que, de algún modo, garantiza el mismo proceso. En algunos casos hemos investigado y las premisas eran buenas. No se han continuado sólo porque ya estaba en curso el proceso sobre el milagro elegido.
– ¿Nos puede decir en qué países se dieron estas gracias?
Monseñor Oder: Han tenido lugar en Francia, en los Estados Unidos, en Alemania y en Italia.
– Después hubo todo un debate mediático…
Monseñor Oder: Sobre esto es difícil discutir pues ha habido todo un montaje mediático.
– ¿Ha sido necesaria toda la investigación médica?
Monseñor Oder: Es un hecho normal que en los procesos sobre los milagros se desarrolle una investigación y que todo el material obtenido se someta, a continuación, al estudio de los médicos, es obvio que un médico pueda solicitar aclaraciones nuevas, cualquier documento o análisis complementario. Es muy normal. Se han llevado a cabo todas las investigaciones consideradas oportunas por los médicos implicados en el proceso.
– Por tanto ¿No ha habido sombra de duda?
Monseñor Oder: Usted me hace preguntas que no puedo responder, porque pertenecen a un secreto procesal y porque no tengo conocimiento de ello. Estos detalles son competencia de los médicos.
– ¿Ha descubierto cosas que no conocía de Juan Pablo II? ¿Algún aspecto privado que lo hacía distinto de su imagen pública?
Monseñor Oder: Ya he tenido oportunidad de decir estas cosas. Por supuesto que el proceso ha sido una bellísima aventura, porque nunca se conoce a una persona a fondo. Y está claro, por esto, que muchos aspectos tenían que ver con los detalles de su vida, las actividades y los contactos que tenía con las personas. Pero diría que es una aventura que podría darse en todas las personas, ya que son un mundo en sí mismas. Sin embargo, por lo que respecta a lo que ha surgido en el proceso de beatificación, no hay cosas increíbles. Ya que Wojtyla era, efectivamente, tal cual lo hemos conocido en público. Por esto no había un desdoblamiento, sino una perfecta transparencia del personaje. Seguramente el proceso a sacado a la luz muchos aspectos.
– ¿Alguna cosa que le ha llamado la atención y que no conociese?
Monseñor Oder. Lo que me ha impresionado, aparte de ser el aspecto más importante, es descubrir que la fuente, el origen de esta actividad extraordinaria, de esta generosidad en el actuar, de la profundidad de su pensamiento, es la relación con Cristo. Ha salido a la luz seguramente, un hombre místico. Un místico porque era un hombre que vivía la presencia de Dios, que se dejaba guiar por el Espíritu Santo; que estaba en diálogo constante con el Señor, que ha organizado su vida alrededor de la pregunta: “¿Tú me amas?”. De manera que su vida ha sido la respuesta a esta pregunta esencial del Señor. Por esto, creo que este aspecto es el tesoro más gran del proceso.
[Entrevista realizada por Anita S. Bourdin y Sergio Mora. Traducción del italiano por Carmen Álvarez]