El cristianismo, “condición obligatoria” para entender Europa

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Monseñor Fisichella afronta la nueva evangelización del continente

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TIRANA, lunes 3 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- “El cristianismo es una condición obligatoria para comprender con coherencia la historia y la actualidad de nuestros países”.

Monseñor Salvatore Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, hizo esta afirmación el viernes por la mañana, en su intervención en la Asamblea Plenaria del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), celebrada en Tirana (Albania) del 29 de septiembre al 2 de octubre.

En su discurso, el prelado recordó los dos Sínodos que se han dedicado a Europa: el de 1991 y el de 1999, de donde surgió la Exhortación Apostólica Ecclesia in Europa, del 2003.

“Lo que allí se debatió y escribió no puede caer en el olvido”, afirmó, indicando que en el texto se encuentran “indicaciones preciosas para nosotros”.

En primer lugar, el documento dice que en Europa “se necesita un anuncio renovado incluso para los bautizados”.

“Muchos bautizados viven como si Cristo no existiese”, indica la Exhortación. “Se repiten los gestos y los signos de fe, especialmente a través de las prácticas de culto, pero a estos no se corresponde una acogida del contenido de la fe y una adhesión a la persona de Jesús”.

“La existencia personal se construye prescindiendo del horizonte de la fe que es relegado a un ámbito privado que no incide en la vida de las relaciones interpersonales, sociales y civiles”, comentó monseñor Fisichella.

La religión “no se niega, pero se concibe con un papel muy limitado”, e “interviene sólo en parte y de forma marginal en el juicio y en los comportamientos”.

Si “Dios ha perdido la centralidad que poseía”, la consecuencia de esto es que “el hombre mismo ha perdido su lugar”.

“El gran desafío que nos espera en el futuro” es “hacer entender que silenciar el deseo de Dios arraigado en lo más íntimo no puede ayudar a la verdadera autonomía del hombre”.

Europa

Para el presidente del dicasterio vaticano, en Europa se está dando “una situación paradójica evidente”.

En este sentido, recordó que “en la época en la que esta vivía de valores compartidos, poseía una fuerte identidad que la hacía fácilmente reconocible no obstante las fronteras territoriales”.

“En estos años, sin embargo, mientras que se eliminaban las fronteras y por tanto se podía favorecer un proceso de unificación, se asiste a la multiplicación de las diferencias y al aumento de los extremismos”, continuó.

Además, “la fragmentación domina hasta tal punto que hace que se agriete cualquier posible unión”, añadió.

Según monseñor Fisichella, esto se está dando porque “se quiere construir una Europa independiente del cristianismo y, en algunos casos, en contra de este”.

“Incluso -recordó-, el cristianismo es una condición obligatoria para comprender de una manera coherente la historia y la actualidad de nuestros países”.

“La elección de la neutralidad frente a la religión, ideada y perseguida por muchos, es el método más dañino que se pueda imaginar”, denunció. “No es marginando ni exorcizando el cristianismo como se construye una sociedad mejor”.

“Privados de la presencia significativa de los católicos, nuestros países serían, en cualquier caso, más pobres, estarían más aislados y serían menos atrayentes”, destacó.

“No queremos que esto suceda; pidamos, por tanto, ser escuchados y puestos a prueba para verificar la riqueza de nuestra fe para el genuino progreso de la sociedad”, exhortó.

“Tenemos el deber de producir un pensamiento que sea capaz de poner las bases para una época que dé una cultura impregnada de fe a las futuras generaciones, permitiéndoles vivir en la genuina libertad porque estarán proyectadas hacia la verdad. Este es el pensamiento que falta”.

Nueva evangelización

La nueva evangelización, declaró el prelado, no debe reducirse “a una fórmula”, sino que debe expresar realmente “el deseo de ponerse en camino hacia una pastoral que se haga cargo de los problemas que están presentes en la sociedad y por tanto, que afecten a la comunidad cristiana”.

“Es una oportunidad que se ofrece para leer e interpretar el actual momento histórico y para hacer extraordinaria una actividad ordinaria de la Iglesia”.

“Es un compromiso que no sólo está presente desde hace tiempo sino que, además es eficaz, afirmó citando “una pluralidad de experiencias pastorales que son expresión de una dinámica en constante crecimiento: desde las diócesis hasta las parroquias, desde los movimientos antiguos a los nuevos, de los diversos órdenes religiosos al asociacionismo”.

Lo que se debe evitar, advirtió, “es caer en la trampa de la fragmentación típica de nuestro tiempo”, que “satisface el momento” pero “olvida la proyección”.

Monseñor Fisichella citó la Misión metrópoli, que en la próxima Cuaresma implicará a doce diócesis europeas “para ofrecer un signo a Europa de que la Iglesia vive en unidad y que presenta momentos concretos de actuación”.

Compartiendo algunas iniciativas y la contemporaneidad de su desarrollo, observó, se quiere “dar a Europa un signo real que no puede pasar inadvertido”.

Cargos del CCEE

Durante la asamblea plenaria del CCEE, sus miembros de derecho volvieron a elegir al arzobispo de Esztergom-Budapest, primado de Hungría y presidente de la Conferencia Episcopal Húngara, el cardenal Peter Erdo, presidente del CCEE para un segundo mandato que durará de 2011 a 2016.

Para los cargos de vicepresidentes fueron elegidos el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Angelo Bagnasco, y el presidente de la Conferencia Episcopal Polaca, el arzobispo de Przemysl, monseñor Józef Michalik.

Los dos nuevos vicepresidentes sustituyen al arzobispo de Burdeos, el cardenal Jean-Pierre Ricard, y al arzobispo de Zagreb, el cardenal Josip Bozanić.

Nuevo miembro

En el transcurso del encuentro en Tirana, la Asamblea Plenaria de la CCEE acogió la petición de monseñor Milan Šašik, obispo eparquial de Mukachevo (o Mukačeve) de los rutenios de rito bizantino, de convertirse en miembro del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa, según la fórmula propuesta por la Congregación para las Iglesias Orientales.

El CCEE está compuesto, por tanto, por los presidentes de las 33 Conferencias Episcopales de Europa y por los arzobispos de Luxemburgo, del Principado de Mónaco y de Chipre de los maronitas, así como por el obispo de Chişinău (Rep. Moldava) y el obispo eparquial de Mukachevo.

Participan, además, el presidente de la Conferencia Episcopal de Kazajistán y el Patriarca Latino de Jerusalén, que disfrutan del estatus de invitados permanentes.

La eparquía de Mukachevo (o Mukačeve) pertenece a la Iglesia sui iuris rutena. Con la Unión de Uhorod (1646), la Iglesia Rutena se unió a la Iglesia Católica. La eparquía de Mukacevo está sujeta a la Santa Sede.

[Por Roberta Sciamplicotti, traducción del italiano por Carmen Álvarez]

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ZENIT Staff

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