TBILISI, miércoles, 10 marzo 2004 (ZENIT.org–Avvenire).- El administrador apostólico del Cáucaso, el obispo Giuseppe Pasotto, ha decidido abrir camino a nuevas vocaciones en Georgia con la apertura de un seminario y un instituto de teología en la capital, Tbilisi.
En medio de la mayoría ortodoxa de la que fuera una República de la ex Unión Soviética, existe una comunidad católica de tres ritos diferentes: latino, armenio y siro-caldeo.
La presencia latina en Georgia está representada por 50 mil fieles, una veintena de sacerdotes y siete comunidades religiosas, pero es muy vital para dar respuesta a la necesidad de espiritualidad tras décadas de ateismo soviético.
Monseñor Pasotto ha querido dar vida al seminario diocesano y a un instituto de teología en la capital a fin de formar lo antes posible un clero diocesano: actualmente hay siete candidatos en formación y se perfilan nuevas vocaciones.
Otra buena noticia para la Iglesia católica en Georgia es el regreso –tras un período de formación y de actividad pastoral en Polonia– del único sacerdote georgiano, el padre Zurab Kakachsvhvili, encargado desde diciembre de la atención pastoral de la comunidad de Akhalzikhe, Ivlitia y Borjomi.
La actividad pastoral del clero y de las religiosas en la república gira naturalmente en torno a la atención espiritual de los fieles católicos: celebración de la Eucaristía dominical, catequesis, encuentros formativos y formación cultural.
A ello se suma el notable esfuerzo para preparar material litúrgico y catequético en lengua georgiana: se está ultimando la traducción completa del misal así como de varias herramientas para la catequesis.
Un aspecto particular es la presencia del instituto «Iner» para la enseñanza de la regulación de la fertilidad a través de los métodos naturales: «En Georgia no existe ninguna estructura pública de consulta para mujeres embarazadas», explica Lali Ciarkviani, directora del centro de Kutaisi, segunda ciudad del país.
«Por lo tanto, el aborto, aún ilegal, está muy difundido, puesto que bastan 15 laris (2 dólares estadounidenses) para practicarlo. Nuestro centro quiere ser una ayuda a favor de un cambio de cultura orientado a una acogida responsable de la vida», aclara.
Junto al esfuerzo en la atención espiritual, también se procura ayuda a los necesitados en un país donde la renta media gira en torno a los 15-17 laris y una ecografía cuesta dos veces y media el salario mensual.
«Frente a esta situación, “Cáritas Georgia” trabaja en dos direcciones: las intervenciones de primera necesidad y las de desarrollo», apunta el director, el padre Witold Szulczynski, salesiano polaco.
La mesa de los pobres, en el centro de Tbilisi –a pocos pasos del Parlamento–, se enmarca en el primer tipo de ayuda. Allí se sirven diariamente 460 comidas calientes a personas que de otro modo no tendrían nada que comer.
Allí también está ultimándose la casa de acogida para niños de la calle. Y en la panificadora de Cáritas trabajan 50 personas y «muchas embajadas extranjeras e instituciones oficiales georgianas vienen a compran aquí el pan, dulces y tartas», observa el sacerdote.