CASTEL GANDOLFO, 9 septiembre 2001 (ZENIT.org).- La peregrinación a Kazajstán y Armenia, así como el próximo Sínodo de los Obispos se convirtieron en los temas centrales de la intervención de Juan Pablo II este domingo, con motivo del «Angelus», al encontrarse con varios miles de peregrinos en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo.
Ofrecemos a continuación las palabras pronunciadas por el Papa.
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¡Queridos hermanos y hermanas!
1. Quisiera invitaros hoy a rezar por algunas importantes citas eclesiales que tendrán lugar próximamente. Me refiero ante todo a la breve pero intensa visita que tendré la alegría de realizar, si Dios quiere, a la diócesis de Frosinone-Veroli-Ferentino la mañana del próximo domingo. Para mí será un gran placer encontrarme con las queridas poblaciones de la región de la Ciociaria, a las que ya desde ahora dirijo un cálido saludo.
El sábado 22 de septiembre emprenderé un viaje apostólico que me llevará a Kazajstán y Armenia, dos repúblicas de la ex Unión Soviética, que alcanzaron la independencia hace diez años.
Kazajstán, uno de los países más grandes del mundo en extensión, se encuentra en la frontera de los continentes europeo y asiático y su población está formada por más de cien etnias y culturas diferentes. Armenia es la patria de uno de los pueblos más antiguos de Oriente Próximo, que abrazó el cristianismo oficialmente hace 17 siglos y es depositaria de un patrimonio religioso y cultural de singular riqueza. Deseo de corazón que mis dos visitas contribuyan a la causa de la nueva evangelización y del diálogo ecuménico.
2. Después, del 30 de septiembre al 27 de octubre se celebrará en el Vaticano la décima asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, para reflexionar sobre el ministerio episcopal en la Iglesia y en el mundo de hoy.
«El obispo servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo»: es el tema escogido para este encuentro de gran importancia para toda la Iglesia que reunirá en Roma a obispos de todo continente.
Punto de referencia principal de los trabajos sinodales será el Concilio Ecuménico Vaticano II, que ha ilustrado ampliamente el ministerio pastoral de los Pastores en el decreto «Christus Dominus».
La enseñanza conciliar será releída a la luz de las últimas décadas y sobre todo en la perspectiva de la nueva evangelización, como sugiere el mismo tema. La frase evangélica «Duc in altum – Rema mar adentro» (Lucas 5, 4), que he propuesto como lema para el inicio del nuevo milenio, se dirige ante todo a los obispos, sucesores de los apóstoles, y les llama a comprometerse con confianza en esta nueva estación misionera de la Iglesia.
3. Para cada uno de estos encuentros y para toda la comunidad eclesial invocamos la especial asistencia de María Santísima, cuya Natividad celebramos ayer. Que la Virgen vele, como estrella de la evangelización y Reina de los Apóstoles, sobre todos los creyentes y obtenga para cada uno la abundancia de los dones del Espíritu Santo.
[Traducción original del italiano realizada por Zenit]
