Caritas, contra la explotación de los inmigrantes empleados de hogar

Propuestas para la próxima convención de la OIT sobre el trabajo doméstico

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ROMA, jueves 22 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Caritas Internacional ha lanzado una campaña para urgir a los empleadores y gobiernos que protejan de la explotación a los migrantes que trabajan en los hogares como empleadas domésticas, niñeras y cuidadores.

Estos trabajadores son a menudo mujeres. Según Caritas, corren el riesgo de ser sometidos a “largas horas de trabajo, sin protección de seguridad social, salarios escasos y violencia”. Señala que “los abusos son difíciles de detectar dado que se dan en los hogares”.

El empleo en hogares privados alcanza en torno a la tercera parte de todo el empleo femenino en Asia, según la Red Internacional de Trabajadores Domésticos (IDWN).

La campaña se ha lanzado con vistas a la conferencia annual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que se tendrá en junio, donde se examinará el borrador de una convención para proteger a los trabajadores domésticos.

“Una convención internacional debería subrayar que el trabajo doméstico es trabajo, por lo tanto quienes realizan este trabajo tienen derechos como otros trabajadores –dijo Martina Liebsch, directora de Política en Caritas Internacional–. Las empleadas domésticas, niñeras y cuidadores nos ayudan a educar a nuestros hijos, cuidar a los ancianos o nos permiten ir al trabajo. Necesitan nuestro respeto y reconocimiento”.

La OIT es el organismo de Naciones Unidas responsable de las normas internacionales de empleo.

La OIT considerará un borrador de convención para proteger los derechos de los empleados domésticos en junio de 2010. La organización humanitaria de la Iglesia ha pedido disposiciones que protejan a los trabajadores del hogar migrantes.

Caritas Internacional ha expresado que le gustaría ver: “a los empleadores tratar a sus empleadas domésticas, niñeras y cuidadores con respeto”; “que los permisos de residencia no estén sujetos a un empleador”; “reconocidas las agencias de empleo que regulan el trabajo doméstico” y, por último, “una convención internacional de protección de los trabajadores domésticos”.

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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