CIUDAD DELVATICANO, domingo, 22 mayo 2005 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que Benedicto XVI pronunció desde la ventana de su estudio al rezar la oración mariana del Ángelus junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.
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Queridos hermanos y hermanas:
Hoy la liturgia celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad, como subrayando que en la luz del misterio pascual se revela plenamente el centro del cosmos y de la historia: Dios mismo, Amor eterno e infinito. Esta es la palabra que resume toda la revelación: «Dios es amor» (1 Juan 4, 8.16); y el amor es siempre un misterio, una realidad que supera la razón sin contradecirla, es más, exalta sus potencialidades. Jesús nos ha revelado el misterio de Dios: Él, el Hijo, nos ha hecho conocer al Padre que está en los Cielos, y nos ha dado al Espíritu Santo, el Amor del Padre y del Hijo. La teología cristiana sintetiza la verdad sobre Dios con esta expresión: una sola sustancia en tres personas. Dios no es soledad, sino comunión perfecta. Por este motivo, la persona humana, imagen de Dios, se realiza en el amor, que es don sincero de sí mismo.
Contemplamos el misterio del amor de Dios presentado de manera sublime en la santísima Eucaristía, sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, representación de su sacrificio redentor. Por ello, saludo con alegría hoy, fiesta de la Santísima Trinidad, a los participantes en el Congreso Eucarístico de la Iglesia italiana, que se inauguró ayer en Bari. En el corazón de este año dedicado a la Eucaristía, el pueblo cristiano se reúne en torno a Cristo, presente en el santísimo sacramento, fuente y culmen de su vida y misión. En particular, cada parroquia está llamada a redescubrir la belleza del domingo, día del Señor, en el que los discípulos de Cristo renuevan en la Eucaristía la comunión con quien da sentido a sus alegrías y cansancios de cada día. «Sin el domingo no podemos vivir»: profesaban los primeros cristianos, aunque les costara la vida, y esto es lo que estamos llamados a repetir hoy.
En espera de ir personalmente a Bari el próximo domingo para la celebración eucarística, me uno ya desde ahora espiritualmente a este importante acontecimiento eclesial. Invocamos juntos la intercesión de la Virgen María para que estas jornadas de tan intensa oración y adoración de Cristo Eucaristía enciendan en la Iglesia italiana un renovado ardor de fe, de esperanza y de caridad.
Quisiera confiar también a María todos los niños, los adolescentes y los jóvenes que en este período hacen su primera Comunión o reciben el sacramento de la Confirmación. Con esta intención, rezamos ahora el Ángelus, reviviendo con María el misterio de la Anunciación.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit. Tras rezar el Ángelus, el Papa dirigió un saludo en varios idiomas a los peregrinos. Estas fueron sus palabras en castellano:]
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, especialmente a los miembros de la Obra de la Iglesia, llegados para participar en esta oración mariana. Profesad vuestra fe en la Santísima Trinidad, glorificando, con vuestras palabras y acciones, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. ¡Feliz domingo!