BERLÍN, 25 julio 2003 (ZENIT.org).- El presidente del episcopado alemán ha respondido a las críticas suscitadas por la suspensión del ministerio sacerdotal de un sacerdote por haber dado la comunión a no católicos.
El cardenal Karl Lehmann ha salido en defensa del obispo de Tréveris, monseñor Reinhard Marx, quien suspendió del ministerio al padre Gotthold Hasenhuettl, profesor emérito de la Universidad de Saarbruecken.
El sacerdote distribuyó la comunión a no católicos en una celebración de unas dos mil personas el 29 de mayo en el marco del primer Congreso Ecuménico de las Iglesias alemanas, el «Oecumenische Kirchentag», en Berlín.
Entre las voces que se alzaron para criticar la decisión del obispo se encuentra la del presidente de Alemania, Johannes Rau, evangélico.
El cardenal Lehmann, obispo de Maguncia, en una entrevista concedida a la agencia católica KNA, explica que la Iglesia deseaba arreglar este problema de otro modos, con «un acuerdo» o una «reconciliación», pero esto estaba «en las manos del profesor Hasenhüttl».
«El profesor Hasenhüttl ha rechazado la invitación al diálogo del arzobispo de Berlín», revela.
El cardenal califica de «provocadora» la decisión del teólogo de invitar «a todo el mundo, de manera indiscriminada» a participar en la comunión, pues la Iglesia católica pidió explícitamente a los organizadores del «Oecumenische Kirchentag» que «respetaran las reglas en vigor».
«El Papa ha explicado claramente en su encíclica del 17 de abril de 2003 sobre la Eucaristía y la Iglesia [«Ecclesia de Eucharistia»] cuál era la enseñanza», añade.
Cuando un sacerdote, que además transmite la enseñanza de la Iglesia a estudiantes durante décadas, sigue oponiéndose a estos principios, a pesar de las peticiones apremiantes y de advertencias, «no puede esperar otras consecuencias».
«La Iglesia es, de hecho, una comunidad que compromete a sus miembros y que posee normas que todos deben respetar», indicó el purpurado.
El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana responde asimismo a las acusaciones del padre Hasenhüttl, quien reprocha a la Iglesia utilizar la Eucaristía como medio de separación con los no católicos.
«Le Eucaristía es ciertamente el signo más fuente, el más expresivo y eficaz de la unidad de la Iglesia», explica el cardenal. «Precisamente por no tener todavía esta unidad en la Iglesia, no es posible una celebración común de la Eucaristía».
Por lo que se refiere a las críticas del presidente alemán Rau, Lehmann confiesa su sorpresa por «la dureza de las críticas».
«Todo el mundo tiene derecho a criticar en esta República, pero el presidente de la República tiene un papel que no le permite criticar de esta manera. En este sentido, no comprendo sus críticas, sobre todo porque no ofrece ningún argumento, a no ser su pertenencia a la Iglesia evangélica», insiste.
Por lo que se refiere a las relaciones con la Iglesia evangélica, el cardenal considera que los daños causados por este episodio son «limitados».
«Mientras tanto hemos entablado muchos contactos, alcanzado experiencia en la gestión de conflictos, así como una sólida confianza personal», aclara.
«Sólo queda una panacea: seguir trabajando incansable e intensamente para superar las diferencias teológicas que todavía quedan en pie».
«En unas décadas hemos hecho mucho. Estoy convencido de que seguiremos avanzando», concluye.