El padre Hurtado, «figura insigne de la nación chilena», asegura Benedicto XVI

En un encuentro festivo con peregrinos al día siguiente de su canonización

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 octubre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI presentó este lunes al padre Alberto Hurtado Cruchaga, como «una figura insigne de la nación chilena», veinticuatro horas después de haber proclamado su santidad.

En un encuentro festivo con los peregrinos que han venido a la ciudad eterna para participar en las canonizaciones del pasado domingo, el Santo Padre recordó la figura del sacerdote jesuita, en medio de los aplausos, cantos y gritos de miles de chilenos congregados en el Aula Pablo VI.

«Me siento muy cercano a todo el pueblo de Chile», aseguró el Papa hablando en castellano, deseando que si saludo llegara también «a los que están espiritualmente unidos a esta gran fiesta de acción de gracias y de alabanza al Señor por la proclamación del nuevo santo».

Para Benedicto XVI el objetivo de la vida del padre Hurtado «fue ser otro Cristo». «Así se comprende mejor su conciencia filial ante el Padre, su espíritu de oración, su hondo amor a María, su generosidad en darse totalmente, su entrega y servicio a los pobres», aclaró.

«A la luz de la verdad del Cuerpo Místico, experimentó el dolor ajeno como propio y esto lo impulsó a una mayor dedicación a los pobres, fundando para ellos el «Hogar de Cristo»», subrayó el Santo Padre.

Reconoció que «es hermoso que hoy esté aquí un grupo representativo de ese centro, dando testimonio del ambiente familiar que le imprimió nuestro santo y que sigue contando con la colaboración de tantas personas de buena voluntad».

«La vida del padre Hurtado invita a todos a la responsabilidad, pero especialmente a la santidad –afirmó–. Que san Alberto Hurtado interceda por todos, para que llevéis a vuestros hogares, comunidades eclesiales y ámbitos sociales, la luz que dio esplendor a su vida y gozo a su corazón».

Antes de la audiencia, los peregrinos chilenos participaron en una misa presidida por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, en la Basílica de San Pedro, quien reconoció que la canonización del segundo santo de ese país es «una fiesta para Chile».

El cardenal Sodano fue durante más de diez años nuncio apostólico en Chile por nombramiento de Pablo VI en 1977. Ofreció sus servicios a la solución pacífica de la controversia entre Argentina y Chile sobre algunos territorios en contienda.

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ZENIT Staff

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