En Oriente Medio, musulmanes y cristianos comparten el mismo futuro

Entrevista con el Consejero político del Gran Mufti del Líbano

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ROMA, martes 2 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- “El futuro es vivir juntos: cristianos y musulmanes en Oriente Medio en diálogo”. Éste ha sido el tema del congreso organizado en Roma por la Comunidad de San Egidio el pasado 22 de febrero.

Con motivo del encuentro, ZENIT entrevistó a Mohammad Al-Sammak, Secretario general del Comité cristiano-musulmán para el diálogo y Consejero político del Gran Mufti del Líbano.

Al-Sammak fue el primer musulmán en participar – y en calidad de miembro activo – en un Sínodo. Corría el año 1995 cuando Juan Pablo II decidió convocar una Asamblea Especial de los Obispos sobre el Líbano.

Es también uno de los 138 líderes musulmanes que firmaron la carta “Una palabra común entre vosotros y nosotros”, dirigida a Benedicto XVI y a los diversos jefes de las Iglesias y confesiones cristianas.

Además, trabajó durante tres años en un proyecto junto con el Gobierno libanés para conseguir declarar la fiesta de la Anunciación, que cae el 25 de marzo, fiesta nacional para cristianos y musulmanes. El proyecto ha recibido, recientemente, una reacción positiva y un apoyo por parte del Gobierno libanés, que emitió un decreto a mitad de febrero declarando esta fiesta como jornada nacional.

– ¿Qué piensa de la crisis de las relaciones islamo-cristianas en Oriente Medio, y del hecho de que después de catorce siglos de convivencia participemos aún en conferencias sobre el diálogo?

Al-Sammak: Fundamentalmente los musulmanes y los cristianos en Oriente Medio están condenados a elegir vivir juntos. No existe una tercera vía, o se elige vivir juntos o se nos impone vivir juntos. Digamos que la convivencia entre cristianos y musulmanes no es algo premeditado, sino una elección. Y dado que hemos construido una vida en común sobre la base de una elección, debemos tomar conciencia del hecho de que hay diferencias entre nosotros, y crear una cultura fundada en el respeto de estas diferencias y en la aceptación de la convivencia con ellas. Ninguno de nosotros puede abolir ni imponer su propio estilo de vida sobre los demás. La diversidad y la pluralidad en nuestras sociedades árabes, cristianas y musulmanas, son un componente vital y fundamental y también un componente histórico. Al mismo tiempo, son también una fórmula para el futuro, si es que hay un futuro para esta región.

-¿Cuál podría ser el futuro de Oriente Medio si desaparecieran los cristianos?

Al-Sammak: No hay futuro para la región árabe si musulmanes y cristianos no coexisten juntos. Lo que está sucediendo ahora en esa región, en lo que respecta a la disminución del número y del papel de los cristianos, es un desastre no sólo para los cristianos sino también para los musulmanes, y lleva a la desintegración de esa sociedad y a la falta de la riqueza de la diversidad y de las competencias de carácter científico, económico, intelectual y cultural de los cristianos que emigran. La emigración no es una pérdida solamente para los cristianos, sino también una pérdida para los musulmanes, y al mismo tiempo una derrota para la convivencia islamo-cristiana.

-¿Hasta qué punto los musulmanes se dan realmente cuenta del riesgo de una posible desaparición de los cristianos en Oriente Medio?

Al-Sammak: Debo admitir que la preocupación cristiana por el futuro es hoy por hoy más grande que la conciencia que el Islam tiene de este peligro. Debe ser para nosotros un imperativo el ensanchar el círculo del conocimiento islámico sobre la emigración de los cristianos y la gravedad del éxodo de los cristianos para el Islam en esa región y en el resto del mundo. Porque el éxodo de los cristianos da un mensaje indirecto al mundo: que el Islam no acepta al otro y no puede vivir con los demás. A este punto, el otro mundo o el mundo occidental en general, siguiendo esta lógica, tendría también el derecho de decir: si los musulmanes no aceptan la presencia cristiana entre ellos, prácticamente una presencia auténtica e histórica, ¿por qué debemos aceptarles nosotros en nuestras sociedades? Esto se refleja negativamente en la presencia islámica en el mundo y por tanto interesa a los musulmanes, por la imagen del Islam en el mundo y por el interés de los musulmanes dispersos en el mundo, mantener la presencia de los cristianos en el mundo árabe y protegerla hasta el fondo, no sólo por amor hacia los cristianos sino porque este es un derecho suyo como ciudadanos y habitantes de la región, mucho antes de los musulmanes.

-Hablando de los musulmanes en el mundo, especialmente en el mundo occidental, a menudo se oye hablar de islamofobia. Según usted ¿cuáles son las causas y las soluciones de este fenómeno?

Al-Sammak: Algunos de estos motivos se deben a circunstancias históricas heredadas de la cultura occidental, que tiene una visión negativa de los musulmanes que hunde sus raíces en la literatura y que se refleja día tras día en los medios de comunicación de un modo u otro. Pero lo que alimenta este fenómeno es el comportamiento de algunos extremistas islámicos en las sociedades occidentales y, cuando hablo de mal comportamiento, no hablo necesariamente de terrorismo, que es de por sí peligroso, negativo y catastrófico, sino que hablo de la confusión entre religión y tradición. La tradición no es la religión, y algunas de estas personas de las que hablo, por desgracia, proceden de sociedades musulmanas y de costumbres y tradiciones locales, y consideran que éstas sean parte de la religión, aunque no lo sean e incluso sean contrarias a la tradición misma.

Estos actúan en las sociedades occidentales aferrándose a esas tradiciones, porque a través de estas tradiciones creen que expresan sus personalidades independientes. Y por tanto vienen a las sociedades occidentales que no les aceptan, entienden que son distintos en cultura, lengua, religión, comida, en el halal y en el haram, etc. y comienzan a sentirse como marginados de la vida social, y para desarrollar su propia personalidad se aferran a las tradiciones que han practicado en sus países y las santifican, es decir, las elevan al nivel de santidad de la religión, hasta el punto de dar la impresión a los occidentales que, si esto es el Islam, no se puede convivir con él. Pero esto no es el Islam, esto son tradiciones locales procedentes de países africanos, de Paquistán, de Afganistán, de la India, etc.

La confusión entre lo que es verdaderamente religioso y lo que es en cambio una tradición social a la que se le da una identidad religiosa lleva a alimentar esta islamofobia, entendida como odio hacia el Islam fundado en la ignorancia, porque la ignorancia sobre el Islam deriva de dos aspectos: la primera es una interpretación equivocada del Islam por parte de algunos musulmanes, y la segunda es la escasa comprensión del Islam por parte de algunos no musulmanes. La base de este comportamiento social practicado por parte de algunos musulmanes que proceden de sociedades subdesarrolladas o necesitadas o incultas está en el hecho de que estas personas no sólo ignoran las tradiciones sociales occidentales en las sociedades en las que van a vivir, sino que ignoran también y sobre todo gran parte de las constantes de su fe y las proyectas de una forma negativa tal que conduce a esta situación de islamofobia

– Hay un crecimiento de las corrientes islámicas extremistas. ¿Cuál es el impacto de este crecimiento en los cristianos de Oriente Medio?

Al-Sammak: Creo que estos movimientos han superado ya la fase de crecimiento y que quizás estamos hoy asistiendo al comienzo de su fase de decadencia. Este crecimiento hace poco tiempo alcanzó su cenit, pero la cuenta atrás ha comenzado. Estos movimientos no tienen un impacto solamente en los cristianos de Oriente Medio, sino que afectan sobre todo y de modo directo a los musulmanes. El extremismo es un intento de monopolizar la verdad y un intento de monop
olizar a Dios y de monopolizar lo sagrado; es también un intento de interpretar la religión según los intereses y las concepciones de ciertos movimientos, y por tanto la forma de relacionarnos entre los musulmanes se resiente por estas interpretaciones, que son peligrosas para el Islam, para los musulmanes y también para los cristianos.

Por tanto, es necesario un proceso de corrección de estos conceptos a través de proyectos culturales y educativos y puedo decir que los países árabes actualmente son conscientes de este aspecto, tras haber pagado un precio caro por la difusión del extremismo, que ha empezado a retirarse gracias a pasos valientes realizados por diversos países como Arabia Saudita, Jordania, Egipto, Argelia y otros. Todos estos países han dado vida a una nueva y valiente reflexión para relanzar la práctica de la verdadera fe, de forma correcta y positiva.

– ¿Qué esperan los musulmanes de Oriente Medio del próximo Sínodo de los Obispos? ¿Usted participará?

Al-Sammak: Participamos en el Sínodo anterior, y estamos agradecidos a Su Santidad Juan Pablo II, no sólo por haber invitado a musulmanes a un Sínodo, sino también por haber insistido en el hecho de hacernos participar como miembros activos y no en calidad de observadores. Yo, personalmente, era miembro de las comisiones de trabajo, y éste es un hecho sin precedentes en la historia del Sínodo en general y en la historia de la participación de los musulmanes en encuentros cristianos.

En realidad, el próximo Sínodo es muy importante, porque discutirá sobre el tema de los cristianos de Oriente, y este es un argumento que no afecta solo a los cristianos, sino que es un argumento de interés también para los musulmanes. Por tanto, estamos verdaderamente interesados en lo que sucederá y en lo que se decidirá en el próximo Sínodo. Hasta ahora no hemos recibido ninguna invitación a participar, pero me auguro que esto sucederá y espero también que la participación islámica recalcará cuanto sucedió ya en el Sínodo sobre el Líbano. También porque, participando nosotros musulmanes, asumiremos la responsabilidad de de la realización de lo que se decida en el Sínodo, de cara a una responsabilidad cristiano-musulmana común. Lo hemos dicho muchas veces, porque somos responsables de la realización de cuanto se estableció en la Declaración post-sinodal, al menos en lo que respecta al Líbano. Saldrá también una Declaración similar de este Sínodo y por tanto los musulmanes podrían tener una responsabilidad en realizarla.

-En su opinión, ¿hay una continuidad entre el camino emprendido por Juan Pablo II y el de Benedicto XVI?

Al-Sammak: Pienso que al restablecer el Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso, un tiempo unido al Consejo Pontificio para la cultura, el Papa Benedetto XVI ha querido volver a dialogar con las demás religiones, incluyendo los musulmanes. En efecto, todos hemos visto de qué forma el Papa ha recogido la iniciativa islámica “Una palabra común entre vosotros y nosotros”, que se refiere al amor en el Islam y en el Cristianismo, y de la que tuve el honor de ser uno de los primeros firmantes. La visita del Papa a Palestina y a Jordania y sus diálogos con los líderes musulmanes han abierto nuevas y amplias perspectivas para reactivar el diálogo lanzado por Juan Pablo II en Asís en 1986. Hemos seguido este trabajo y lo consideramos una de las más importantes misiones que el Vaticano está llevando adelante hacia el mundo islámico. No podemos, sin embargo, no tomar nota de lo que está sucediendo en algunos países musulmanes como Nigeria, Indonesia y también Malasia. Hay aspectos patológicos en las relaciones islamo-cristianas que pueden afrontarse sólo a través de una cultura del diálogo y de una cultura del respeto por las diferencias. De ahí el papel que el Vaticano puede llevar a cabo en el proceso de apertura hacia el mundo islámico, para animar y promover esta cultura y arraigarla en las sociedades islámicas.

-El Gobierno libanés ha decretado la fiesta de la Anunciación como fiesta común cristiano-musulmana. ¿En qué medida estas iniciativas, especialmente cuando son promovidas por el Estado, pueden promover la convivencia?

Al-Sammak: Este es uno de los resultados de los que estamos orgullosos y sobre el que hemos trabajado en los últimos tres años. Desde hace tres años organizamos, de hecho, cada 25 de marzo un encuentro islamo-cristiano sobre María, con ocasión del cual recitamos versículos del Evangelio y versículos del Corán que se refieren a María, intentando subrayar lo que une el Islam al Cristianismo. El año pasado, desde el podio del ex Primer Ministro Fouad Siniora, declaré personalmente su acuerdo y su aprobación para la declaración del 25 marzo como fiesta común de musulmanes y cristianos. La idea era que en esta jornada todos siguieran trabajando, porque el ex Primer Ministro afirmaba: “Quiero que los libaneses trabajen un día más y no un día menos. Estoy de acuerdo con la fiesta pero sin interrumpir el trabajo”. Aceptamos la decisión porque mis hermanos y yo del Comité cristiano-musulmán para el diálogo, del que soy Secretario general, queríamos con todo dedicar este día a musulmanes y cristianos. Hace dos semanas nos encontramos con el Primer Ministro Saad Hariri, y le propusimos nuevamente esta idea, y él la apoyó inmediatamente. Después de cuarenta y ocho horas se ha emitido un decreto que declara el 25 de marzo jornada nacional y día festivo: un día de trabajo islamo-cristiano común.

Por Tony Assaf, traducción del italiano por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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